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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Lenín Moreno: la revolución educativa de los excluidos, de los más miserables y vulnerables

10 de septiembre de 2016

No es suficiente tener remodeladas y nuevas instalaciones educativas con muy buenos estándares de calidad, mejores sueldos de los profesores, ampliada la cobertura de la población que le corresponde estudiar, multiplicado el desayuno escolar y becas para los mejores estudiantes de todos los niveles del sistema educativo. Se requiere ir mucho más allá de los límites de nuestra comodidad. Ver lo que los miopes políticos no ven, aunque se encuentren delante. Hacer lo que la mayoría de los países no hace.

Romper las corazas del alma que se encuentra petrificada para poder sentir los dolores de los que sufren de la exclusion y marginacion (biológica, psicológica, educativa, económica, social, cultural y financiera). Transformar las cárceles y manicomios e instituciones donde se encierran a las personas. Completar los estudios incompletos en todas las edades. Capacitar a la población  para obtener trabajos dignos. Ampliar y mejorar la calidad de la atención en una amplia gama de discapacidades. Atender a las poblaciones en vulnerabilidad (niños que trabajan, adolescentes embarazadas, abandonados, desnutridos, habitantes de zonas de alto riesgo, y/o en asentamientos de difícil acceso, etc.). Asistir a poblaciones pobres con necesidades educativas especiales. Ayudar a grupos humanos que, si no son atendidos, pueden descender a situaciones peores de la condición humana en que no les queda otro camino que el robo famélico, microtráfico de drogas, la prostitución, la locura y el suicidio.

El nuevo gobierno debe concentrar sus esfuerzos contra las múltiples inequidades y lograr la inclusión educativa y social, capacitando a la población de todas las edades para contribuir al desarrollo de las fuerzas productivas y llegar al buen vivir entre los actuales más pobres entre los pobres. No se ha dado en ningún país una revolución profunda si toda la población no tiene un alto nivel educativo. Las personas que no se encuentran a la altura de la época en educación y capacitación se convierten en un freno para cultivar sus talentos. Para enfrentar este desafío nacional se requiere estar liderado por una persona que reúna un máximo de cualidades. No es suficiente la elevada inteligencia, capacitación y buenas intenciones, se requiere principalmente -y es lo que hace la diferencia- tener la sensibilidad social, la conexión emocional con los más afectados, el sentir uno mismo como los que sufren, sentirse un representante de ellos. Esa persona en nuestro país es Lenín Moreno.

Los problemas existen para quienes los estudian o para quienes los sufren y se identifican con ellos. Ellos dan las soluciones más humanas. Ese es el caso de Lenín Moreno. ¿Por qué la gente, en especial nuestro pueblo más sencillo y humilde, tiene tanta simpatía con Lenín Moreno? Porque siente lo que piensa y vive intensamente lo que hace. Unos piensan y lo expresan sin sentimientos, actúan como robot. Otros expresan palabras sin sentido, tienen el corazón congelado y el alma envilecida. Los malos actores y los demagogos ya no penetran en el alma del pueblo ecuatoriano. Lenín Moreno llegó donde los más olvidados y ellos ya no lo pueden olvidar jamás. Sobre la población más sufrida hay los libros clásicos del brasileño Josué de Castro, Geopolítica del Hambre; del argelino Frantz Fanon, Los Condenados de la Tierra; y el italiano Franco Basaglia, Los Crímenes de la Paz.

La sabiduría china dice que si das de comer pescado un día, comes pescado ese día; si enseñas a pescar, lo comes toda la vida. No hay que dar más bonos a los que tienen más hijos, hay que darles más educación, capacitación y servicios, para romper el círculo vicioso de su vergonzosa situación que nos acusa a todos. En ese sentido, la frase de José Artigas: “Que los más miserables sean los privilegiados” tiene en Lenín Moreno la persona más calificada para cumplir ese honorable reto histórico. (O)

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