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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Lenín Moreno: continuidad y cambio cualitativo en la Revolución Ciudadana

13 de febrero de 2016

Encontramos al término de su mandato al presidente Correa con la responsabilidad frente a la patria y como líder máximo de la Revolución Ciudadana por el peso de sus opiniones al sugerir y defender candidatos entre los mejores dirigentes y ciudadanos para escoger al  sucesor que continúe la excelente obra realizada. La situación es de mayor importancia por el difícil momento y negativas perspectivas que se avizoran para Ecuador, América Latina y el Caribe y el resto del mundo, presionados por la caída de los precios de las materias primas, en especial el petróleo, el saqueo de las multinacionales en todos los continentes, la creciente marginalidad social, las migraciones masivas por falta de condiciones materiales mínimas de existencia para los más pobres; y las mutaciones de virus y bacterias que afectan a quienes tienen más débil su sistema inmunológico.

Al resto del pueblo ecuatoriano, y en el límite de nuestras influencias, igualmente nos toca participar auscultando lo que piensan los ciudadanos, opinando, evaluando y ayudando a construir consensos sobre quiénes deben gobernar inmediatamente después de este período. A Rafael Correa Delgado le tocó realizar una gigantesca y única obra material a lo largo y ancho de Ecuador. Ha tenido que demoler, rellenar, hacer muros, presas, hidroeléctricas,  puentes, carreteras, parques y aeropuertos; construir edificios para todos los sectores: educativos, salud, bienestar social, justicia, policía y militares; equipar a las instituciones con maquinarias, laboratorios y tecnología avanzada. En una época de vacas flacas y epidemias, se requiere un cambio cualitativo en la conciencia, la educación y capacitación permanente de todos los ecuatorianos. A Lenín Moreno le corresponde tomar la posta histórica. Es quien se encuentra más preparado en lo espiritual, cuántico y cualitativo para gobernar en beneficio del bien común, de los más discapacitados y aislados, como lo demostró como vicepresidente. La nueva tarea toca con los millones de marginados que no tienen una adecuada educación y capacitación; prácticamente discapacitados y analfabetos funcionales para contribuir al cambio de la matriz productiva. Son los que no ingresaron, desertaron y fueron expulsados del sistema educativo por cientos de años, a través de un sistema de promoción que mira tan solo la falta de talentos (para marginar) en vez de los talentos mayores, para educar y capacitar. La tarea es gigantesca para rescatar a personas marginadas por su nivel de educación, que actualmente sobreviven como sea, aun en el delito. Ante mala época, buena cara. Lenín Moreno debe dar buena cara con amor, solidaridad y alegría. Ser el punto de encuentro de los ecuatorianos y tomar lo mejor de cada uno de ellos al servicio del bien común. Ser un excelente ejemplo de la nueva ciencia y conciencia en el arte del Buen Vivir: con sencillez, honradez y verdadera austeridad frente al consumismo. Ser un ejemplo de trabajar con amor y de vivir para servir y en ese momento deja de ser trabajo para convertirse en placer y alegría de servir. Igual a quienes trabajan con el granito, la madera, los minerales y el conjunto de las materias primas y los diamantes, hace falta pulir a nuestros productos. Para lograrlo, se requiere capacitar a todos los ecuatorianos, sin excepción, durante toda la vida. Hace falta que se reconozca la calidad de nuestros trabajos para que sean mejor pagados. Pulir nuestras almas, nuestro espíritu y conciencia. Aumentar nuestra autoestima, que cada uno sienta orgullo de sí mismo. En las tareas para la nueva época, visiblemente Lenín Moreno es quien se encuentra más preparado: íntegra firmeza, sensibilidad, ternura y capacidad, como ya lo ha demostrado al servir a los más necesitados, como decía José Gervasio Artigas: “Que los más miserables sean los privilegiados”. (O)

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