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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Lenín, entre dos fuegos

23 de diciembre de 2017

La compleja coyuntura política poscorreísta en el país coloca a Lenín Moreno en una posición política con poco margen de maniobra. El escaso triunfo electoral con el que llegó el Presidente se compensa parcialmente con el respaldo que ha ido ganando por la convocatoria a la consulta popular y otras medidas urgentes que han dado un respiro a la asfixiada sociedad ecuatoriana.

No obstante, requiere fortalecer su liderazgo y el de su grupo en el poder, el cual no acaba de definirse. En esta coyuntura, el Presidente aparece atrapado entre dos fuegos: por un lado, el correísmo en evidente descomposición, encabezado por su propio líder y un respaldo duro, aunque considerablemente menguado, de un sector social que aún no alcanzamos a dimensionar. Por otro lado, una derecha con hambres atrasadas que, a pesar de no haber ganado las elecciones, ni haber tenido un papel relevante como oposición, hoy quiere imponer su agenda, bajo la estrategia de pescar a río revuelto. Los unos expresan la corrupción y el autoritarismo del pasado inmediato; los otros representan la miseria del neoliberalismo y la exclusión elitista.

¿Cuál va a ser la salida frente a este entrampamiento? Moreno ha afirmado que su intención es retomar el proyecto original, aquel que logró una cierta efervescencia en la dinámica participativa en Montecristi. Si bien ahora podemos advertir algunas limitaciones de los resultados de este proceso, qué duda cabe que en Montecristi se retomaron algunas de las demandas, luchas y agendas más democráticas de colectivos y actores sociales.

La pragmática del poder, la presión de fuerzas descritas anteriormente, la crisis económica, definirán la ruta que tomará el Presidente. Siempre cabe el escenario, como lo ha señalado Pablo Ospina, en el que Lenín se decante por seguir contentando a todos con “la estrategia de la pequeña dádiva” y que esto pueda funcionar. No obstante, retomar el programa que tantas esperanzas suscitó podría ser una alternativa, en la medida en que lo exijan estos movimientos y actores, como ya lo acaba de hacer la reciente marcha de la Conaie.

Más que regresar a ver a la derecha egoísta o, no tan distante de ella, al correísmo decadente, Moreno podría alimentarse de una agenda de demandas democráticas. No se trata de que sea lo bueno por naturaleza, pero es lo que la sociedad civil organizada ha construido para luchar -en su momento- contra ambos fuegos. Es la experiencia acumulada y la defensa de la vida. (O)

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