La necesidad de descansar, tener tiempo de calidad con la familia, alejarse de la cotidianidad, gozar del ocio, dejar atrás el bullicio y la contaminación de la ciudad, el acceso a abundante a información turística en Internet, son muchos factores que inciden culturalmente en todos los estratos sociales que impulsan a viajar y conocer el país.
Dos condiciones refrenaban que el ecuatoriano viaje: catastróficas condiciones viales y falta de información turística que la “prensa independiente” eliminó de sus programaciones.
Hoy, gracias a Internet y la nueva red vial de primer orden que avanza vertiginosamente por el país, podemos movilizarnos de la Costa a la Amazonía y del Carchi al Macará por tierra, y la apuesta del Gobierno al “turismo interno” es un éxito, que ya quisiéramos alcance en el turismo extranjero, el cual sigue esquivo y no crece en proporción a la abundante inversión en promoción internacional.
Obviamente por aire aún no existen empresas aéreas que le apuesten al “turismo interno”, con la salvedad de Saereo que ha implementado una novedosa frecuencia Guayaquil-Latacunga-Guayaquil, que se presenta como una gran alternativa al siempre lejano aeropuerto de Quito, que en poco tiempo será más apartado y caro.
Esta movilización permanente de los ecuatorianos conociendo su país ha aumentado los prestadores de servicios turísticos en todas las áreas, rebosando el marco legal existente, que aún no es actualizado por el régimen.
Abundan en todas las ciudades los hoteles piratas que no piden identificación a sus huéspedes y son reductos de prostitutas y asaltantes.
En las carreteras aumentan paradores sin servicios básicos ni parqueaderos. Tras las ventas informales en las playas se esconden pillos que aprovechan la hora del “ángelus” para asaltar.
La moda de deportes de “adrenalina” ha aumentado los “canopis” de una sola cuerda de acero, muy peligrosos. En Puyo ya falleció una muchacha y preocupa aún más que en el programa turístico del Mintur se promocione uno de estos, mientras en el resto del planeta todos son de doble cuerda.
El “canyoning” se practica en muchos sitios del país sin medidas básicas de seguridad, e igual podemos decir del
rafting.
El transporte turístico está cambiando caóticamente de ley rectora y la operación turística tiene a muchos extranjeros guiando ilegalmente.
La actualización de la legislación turística es una prioridad impostergable, para normar una actividad que, de buenos momentos, se está convirtiendo en fuente de malos ratos y tragedias.