Publicidad

Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Sebastián Endara

Lección para liberales II

30 de septiembre de 2020

Supuestamente, un liberal debería ser una persona que encuentra en la libertad el principio fundamental de la vida en sociedad, principio que no puede ser coartado por ninguna estructura política ni jurídica, sino solo potenciado, esto es libertad para vivir en sociedad.

Sobre y hacia el respeto de la vida social no hay nadie que no pueda ejercer su propia voluntad para regir sus acciones privadas o públicas sin la necesidad de ningún tutor real o ideológico. La libertad sería un principio suficiente para la acción ética.

Por eso me parece paradójico encontrar personas que se autodefinen como liberales, pero cuyos principios de acción emanan de estructuras ideológicas o religiosas que impiden la crítica, la valoración autónoma y el ejercicio del libre examen sobre determinado tema. Pero este fenómeno, habría que decirlo, no es exclusivo de los liberales, lo mismo ocurre con socialistas y con la gente de la izquierda.

Es interesante, no obstante, ver cómo, en el caso de los supuestos liberales, por hacer cumplir alguno de sus principios doctrinales religiosos o ideológicos, pueden incluso, soportar el retroceso de la libertad o la presencia permanente de un tutor donde no debería existir.

En el fondo, aceptar el retroceso de la libertad con el fin de precautelar un principio religioso solo refleja una matriz conservadora, matriz que con mucha seguridad se expande a otros ámbitos del diseño estructural de su personalidad y de sus concepciones económicas, culturales y políticas. Pero lo que discuto, como defensor de la libertad y la democracia, no es ninguno de los principios religiosos, sino la imposibilidad de la real y efectiva capacidad de elegir que estos principios restringen, cuando se desea imponerlos a todos.

Además, discuto la hipocresía, de llamarse liberal y ser conservador, o de definirse como de izquierda y ser de derecha, es decir la incoherencia que a la larga se convierte en demagogia. Como país necesitamos honestidad y transparencia ideológica, necesitamos mucha formación política y sobre todo la posibilidad del ejercicio real de la libertad y eso no se construye con imposición sino con la solidaridad de los y las libres. (O)

Contenido externo patrocinado