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El Telégrafo
Roberto Camana Fiallos

¿Le falta vocación?

11 de julio de 2021

Hemos vivido tres semanas de dos copas: Eurocopa y Copa América, que han mostrado que el fútbol continúa cautivando, generando polémica, levantando pasiones.  La Eurocopa fue el escenario de la caída de los gigantes: Alemania y Francia, los dos últimos campeones mundiales y de Portugal, el último campeón europeo.  También la Eurocopa ha permitido ver el surgimiento de selecciones competitivas y con buen fútbol como Dinamarca y Suiza.  El caso de Italia es un resurgimiento desde un fútbol opaco y defensivo a un fútbol vibrante y sorprendentemente ofensivo.  Inglaterra, por su parte, ha mostrado un gran nivel, desvirtuando aquello de que la liga Premier es buena solamente por los extranjeros.  La solidez de Inglaterra ha sido ostensible, aunque, hay que decirlo, llegó a la final tras un escandaloso fallo arbitral que le otorgó un penal inexistente que le dio el triunfo. En esta circunstancia hay que comentar que el árbitro neerlandés no revisó el video de la jugada lo que, a todas luces, es un absurdo y un injustificable perjuicio a Dinamarca. El VAR es una herramienta extraordinaria pero inútil si no se la usa y, con ello, la continuación de tantas injusticias.  Una vergüenza que, naturalmente, crea suspicacias cuando se sospecha la necesidad de que Inglaterra pase a la final en Wembley.  Esperamos que la final del domingo 11 corone un torneo con partidos vibrantes, de fútbol incisivo, de ataque, atlético y vistoso. 

 

La Copa América también ha tenido su atractivo, más aún, si se considera que casi no se realiza tras la renuncia tardía de Argentina y Colombia.  Brasil ofreció organizarla con poquísimo tiempo de anticipación y hasta ahora ha salido bien.  Como suele ocurrir, Brasil y Argentina han llegado a la final, que tiene connotaciones especiales. Argentina no gana títulos desde hace 28 años cuando en Ecuador se coronó campeón en 1993.  De otro lado, Brasil tiene la responsabilidad ante su público, pero también tiene el recuerdo de la pérdida de la final del mundial de 1950 en el Maracaná y la humillante derrota ante Alemania en el mundial del 2014.  La final enfrenta además a Neymar Jr. y a Lionel Messi lo que constituye un atractivo adicional, especialmente cuando el rosarino está jugando el mejor fútbol de su historia deportiva con su selección.

 

Nuestra querida selección transitó en la Copa América, sin gloria.  Es un equipo joven que debe ser cultivado en forma inteligente y que, esperamos, se reivindique en las eliminatorias.  Hemos pasado tres hermosas semanas que nos alegran la vida pero que llegan a su fin. Para cuando se lea esta columna sabremos si el maleficio argentino de los 28 años llegó a su fin o si acaso la selección brasileña logra ganar en su casa.  ¡Que viva el fútbol!

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