Lo mejor del feriado es que nos permite dedicarnos a la familia. Le robamos tiempo al tiempo para disfrutar de cada momento con los nuestros. Prodigar afecto, especialmente a los niños, nos es retribuido con su entusiasmo y alegría. Ser parte de una familia cálida y amorosa nos hace sentir seguros y protegidos.
A veces nos preguntamos si los avances en la tecnología,las nuevas formas de comunicación, la pandemia y el aislamiento, las normas culturales cambiantes harán que la familia deje de ser importante. Pero apenas tenemos la oportunidad de reunirnos constatamos que no: los besos, las risas, las travesuras, los abrazos nos muestran que estamos en el lugar que mejor nos sienta.
Interactuar con los diferentes miembros de la familia nos permite crecer. Los niños con su inocencia renuevan nuestro espíritu, los adolescentes nos hacen cuestionar todas las verdades que tomábamos como inamovibles, nuestros hermanos nos traen el recuerdo de la infancia compartida y los abuelos, sabiduría y plenitud. En la medida de lo posible, hay que atesorar y disfrutar los momentos que pasamos juntos. Son momentos preciosos. Es importante que nos quedemos con esas experiencias tan únicas como son las de contemplar los hoyuelos que aparecen cuando un bebé te sonríe; o sentir la confianza con la que el niño de cuatro años toma la nuestra; o mirar las caras graciosas que hace la sobrina de diez años cuando se concentra; o darte cuenta cómo te mira la adolescente cuando tú hablas de algo que es importante para ella.
Es todo un reto en las reuniones familiares donde hayniños pequeños, ponerse a su altura. De repente te encuentras en el suelo armando el rompecabezas. Te has vuelto niño de nuevo y te diviertes a más no poder. En otros momentos, cuando invitas a las sobrinas pre adolescentes a hacer pasteles, tu casa se queda melosa por varios días. Y cuando se vuelven adultos los jóvenes de la familia, te entusiasman sus ideas, sus planes y proyectos. Los viejitos te contagian su serenidad y plenitud.
La familia es sinónimo de confianza, comodidad, amor, cuidado, felicidad y pertenencia. En ella hemos crecido; significa vida, compañía, cuerda de salvación en los momentos débiles. Tiene un papel fundamental en nuestro bienestar, pues equivale a un sistema de apoyo y constituye una fuente de aliento.
La fortaleza de una familia depende de muchos factores. Está hecha de amor incondicional, lealtad, respeto, aceptación y comprensión. Cuando somos amados y valorados, crece nuestra confianza en nosotros mismos, internalizamos el significado de nuestra propia dignidad, tenemos la confianza de salir a explorar el mundo, a vivir sin miedo, a probar cosas nuevas y a aprender.
Yo por mi parte me prometí pasar el feriado con mi familia, demostrando que los amo. Y así lo estoy haciendo. Hagan ustedes todo lo posible por frecuentarlos y cuidarlos. Es imprescindible para nuestro propio bien.