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El Telégrafo

Latinoamérica, ejemplo de luz

19 de junio de 2012

Finalmente, alguien importante en el mundo ha debido reconocer que América Latina es en la actualidad un ejemplo de luz para el resto de la humanidad, especialmente para Europa y Estados Unidos, que hoy se debaten en  un caos profundo, después de décadas de imposición del neoliberalismo. Para lograrlo,  esta bella región que es nuestra Patria Grande ha debido seguir un proceso persistente y valiente cuyo propósito final es un cambio de modelo en la dirección de la comunidad latinoamericana, en busca de una sociedad de equidad y justicia social.

De frente a las elecciones presidenciales que se desarrollaron en Grecia, justo el mismo día en que se escribió este artículo, Alexis Tsipras, el candidato de la izquierda helena que desde las últimas semanas se perfilaba como uno de los que tenían mayores opciones, durante una  entrevista difundida en todo el planeta se refirió de la mejor manera al proceso socialista que vive la subregión latinoamericana, e incluso la puso como ejemplo a seguir por el resto del mundo.

Este movimiento pacífico continental, que sin hacer uso de campos de guerra dirige sus pasos hacia una democracia con conciencia social,  junto a la conquista de la calidad de naciones libres, independientes y con plena soberanía, sin duda empezó hace medio siglo en Cuba.

A ella se sumaron países de Centro y Sudamérica, con excepción  de unas pocas  repúblicas de esta parte del mundo, que poco tiempo más adelante  se decidirán por el sistema progresista al que se ha acogido la mayoría de pueblos del sur del continente, llamado a convertirse en el modelo universal de humanismo, unión y solidaridad entre individuos y naciones.

Y acaso podría decirse que esta histórica gesta de la actualidad encuentra su pasado en los procesos históricos del siglo XIX, cuando los pueblos de la subregión americana, en un fenómeno sociopolítico-económico sin precedentes en el mundo, casi al unísono y bajo la égida de los grandes americanistas de ese tiempo -Bolívar, San Martín y sus lugartenientes-,  en increíbles campañas armadas y animados por el afán de independencia, se enfrentaron a los ejércitos realistas.

Los campos de batalla de ese entonces no contaban con la ayuda de aviones de guerra,  ni helicópteros  armados, ni bombas, ni metralletas. 

Y los generales de aquellos tiempos jamás supieron de las bondades de las carreteras o de los ferrocarriles para cruzar los Andes.

Ni tampoco conocieron la existencia  de los teléfonos,  peor de la televisión o de los celulares con opción para mensajes inmediatos.

¿Cómo se comunicaban por entonces los geniales estrategas de la guerra de la independencia de los pueblos de América del Sur? …Y sin embargo, pese a todas aquellas limitaciones, como si se hubieran puesto de acuerdo sincronizando sus acciones, los generales de nuestra América lograron la libertad de las naciones de esta parte del orbe.

Es nuestra Patria Grande la que ahora, al inicio del siglo XXI,  ha sido calificada como “un ejemplo de luz”, la que debe asumir un rol extraordinario en el planeta; a la misma que se refirió  Bolívar en la Carta de Jamaica durante 1815: “Yo quiero,  más que otro alguno, ver en América la más grande nación del mundo, menos en su extensión y riqueza que en su libertad y gloria”.

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