Muchos (demasiados diría) comentarios suscitó mi anterior artículo Banco Presidente. Como tal, cargado de ironías y otros sentidos, ese artículo se defiende o condena solo. Y tiene sentido en la misma medida que el personaje aludido (irónicamente como Banco) no ha declarado aspirar a la Presidencia de la República del Ecuador. Pero si como algunos de sus cercanos amigos, admiradores y apoyos políticos sostienen que sí está en marcha esa candidatura, puedo con toda la formalidad del caso afirmar lo siguiente.
Si Lasso ya es ya un pre candidato presidencial sería una buena figura de la derecha ecuatoriana, sin duda. Pero que ya lo haga mostrándose como tal, no usando al banco, en el mejor y en el peor sentido de la palabra, y menos a los usuarios y “banqueros de barrio”. Y para eso tiene que hacer política, no publicidad y menos proselitismo tras el logo de su banco.
El Ecuador demanda de políticos, que hagan política y que sientan la política a plenitud y no sólo como uno más de sus negocios particulares. Los políticos verdaderos y auténticos le dan sentido a la política y politizan a la ciudadanía. Con todo lo que implica: los banqueros que hagan una buena y responsable banca; los empresarios, buenas empresas y honestos negocios; los abogados defiendan en derecho y aboguen por un Estado verdaderamente constitucional y no sólo como negocio y manejo de leyes a su antojo; que los periodistas hagamos verdadero periodismo y seamos rigurosos con nuestro oficio, etc.
El Ecuador vive un déficit crónico de políticos. Los pocos que hay afrontan antes que nada la obligación de reivindicar la política en contra de una serie de prejuicios y hasta campañas mediáticas para favorecer otras opciones menos políticas, menos ciudadanas, quizá más empresariales y hasta fundamentalistas. Y ojalá podamos tener una generación, diversa y plural, de políticos que piensen para transformar el país desde la política. Por eso hay que revalorizar el oficio del político y de la política.
Un banco, insisto, es toda una estructura ideológica y hasta doctrinaria. Y, aunque puedo aplaudir que Lasso quiera ser presidente, no veo ahí al político. Si quiere hacer política, tiene que ejercer ese oficio a plenitud. Puede resultar grosero esto y me disculpo de antemano: esos travestismos políticos, adornados de experiencias empresariales, hacen daño a todos y a ellos mismo. En su lógica actúan otros resortes y cuando tome decisiones políticas activarán medidas en esa lógica y no las del bien común. De todos modos, bienvenido a la política señor Lasso.