La expectativa que genera que el banquero Guillermo Lasso lance su candidatura a las próximas elecciones pone sobre el tapete un “caballito de batalla” que usarán en su contra quienes apuestan por la continuación de Correa en la Presidencia.
Se trata de convertir el oficio de banquero en un estigma, como si todos los banqueros fueran culpables de la crisis del 90 y sus efectos, y esa profesión les convirtiera en incapaces o poco idóneos para regir los destinos del país. Ser banquero es tan válido como cualquier otra actividad y de hecho permite, a quien lo es, conocer de economía, administración, finanzas y hasta derecho, pero he notado que se le ve con recelo y desconfianza.
En derecho las cosas son lo que son y no lo que uno dice que son, tal vez por eso, pensar que un banquero es de centro porque trata de promover esa imagen, genera cierta suspicacia por no ser coherente con la actividad que ejerce.
En todo caso descalificarlo por su actividad es “flojo” y por buscar provecho propio es un juicio “a priori”. Lo que hay que ver es cómo impacta su visión de banquero al Ecuador de hoy y si ese impacto significa un viraje en U a la economía de mercado, donde el capital sería el motor del desarrollo a través del cual se generaría empleo; donde las normas buscarían crear condiciones jurídicas favorables a la inversión extranjera, lo que incluiría la explotación minera y petrolera; donde tendríamos TLC para el manejo del comercio internacional y donde la inversión social llegaría al pueblo vía impuestos que se generen gracias al mercado.
Cualquiera que llegue a la Presidencia en esta época dorada de Latinoamérica podrá “bailar con la más bonita”, pero si sus intenciones son reducir el tamaño del Estado en favor del mercado y ajustar la inversión social, no hay duda de que el Ecuador se convertirá en una olla de presión a punto de estallar, porque ni la izquierda y ni siquiera la centroizquierda van a ceder un milímetro del espacio logrado, y la gente del común, menos aún.
Lasso tendría que montar su estrategia en función de algo más complejo que el mismo Correa y es el halo que rodea al Presidente, por su carisma, a su conexión íntima e informal con el pueblo, a sus ganas de darse la pelea que toque, a su compromiso con sus ideales y a los logros que le preceden constituidos por el crecimiento económico, la disminución de la desigualdad y la pobreza, los ingresos por la renegociación de contratos de crudo, por la recompra de la deuda y por la recaudación de impuestos.
En cualquier caso, con Lasso habrá un debate duro e interesante.