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El Telégrafo

Las tortillas son de maíz

18 de abril de 2011

En la primera semana de abril tuve la oportunidad de asistir a la cordial invitación para participar en la tercera reunión del Consejo Ciudadano del Agua, entidad establecida constitucionalmente para recoger el aporte ciudadana en la construcción de las políticas de Estado, para la administración de los recursos nacionales, en este caso de los recursos hídricos y con sus resultados elaborar el denominado: Plan Nacional del Agua.

La presentación del Documento estuvo bien estructurada y el especialista claro en su exposición, a tal grado que no hubo preguntas; sin embargo los asistentes parecían estar preocupados por no tener evidencias de la atención urgente para superar las actuales circunstancias y si el documento había sido confrontado con la realidad de lo planificado.

Los gobiernos de turno siempre han tratado de planificar los recursos naturales para garantizar su adecuada administración en beneficio del país, con esta finalidad en 1944, la “Gloriosa de Mayo” creó la Caja Nacional de Riego, esto es diez años antes que se estableciera la Junta Nacional de Planificación. Esto nos demuestra el interés permanente del Estado por el manejo y la administración del agua, sin embargo los resultados obtenidos no han sido los esperados: Las inversiones realizadas por los gobiernos, con esta finalidad financieramente no se han recuperado, la eficiencia de aplicación del riego es baja y la producción de los cultivos no ha sido el esperado.

Probablemente el Plan Hidráulico que dio resultados fue el elaborado por INERHI – CEDEX (1989), que nos permitió conocer un inventario con cifras que hasta el momento son las que manejamos porque no se ha vuelto a hacer otro inventario.

Los planes, por buenos que sean, no son aplicables si no son conocidos y validados por los planificadores, y para esto es necesario tiempo, por eso probablemente es necesario aplicar con el plan estrategias paralelas que resuelvan  la “necesidad sentida” de los usuarios, como pueden ser la legitimación de la organización y legalización de los usuarios, capacitación y financiamiento de sistemas de riego para los pequeños agricultores a quienes debemos nuestra seguridad alimentaria, organización de los distritos de riego, todo esto respaldado por el inventario y catastro hídrico. Si no se resuelven necesidades urgentes, el discurso por bueno que sea no funciona.

Esto me recuerda la anécdota que se le atribuye a Emiliano Zapata, uno de los caudillos de la revolución agraria mexicana, que convocado a escuchar al presidente de turno que ofrecía el paraíso, después del discurso reflexiono y le dijo: Mis tortillas son de maíz y no de esperanzas.

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