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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Las presas y centrales hidroeléctricas: maravillas estratégicas nacionales del siglo XXI (1)

28 de mayo de 2016

En múltiples conversaciones y discusiones, con mucho orgullo y sentimiento patriótico, he sostenido que el endeudamiento en miles de millones de dólares a altos intereses con organismos de la República Popular China para la construcción de varias represas y centrales hidroeléctricas, entre ellas Sopladora, ha sido y es la más brillante decisión estratégica del Gobierno presidido por Rafael Correa Delgado. Se tomó la decisión de su construcción al comienzo del mandato. Sopladora, el 9 de abril de 2007. En 2011 se firmó el préstamo de financiamiento, de no habérselo hecho, no existiría, salvo si se hubiera aceptado las imposiciones antinacionales de los organismos financieros internacionales dominados por los países hegemónicos y empresas multinacionales.

El 24 de febrero de 2016 en las primeras pruebas de su funcionamiento, el vicepresidente Jorge Glas expresó una verdad de valor estratégico nacional irrefutable, que la Central hidroeléctrica de Sopladora “va a generar un ahorro de $ 200 millones para siempre para todos los ecuatorianos”. Entre respuestas al terremoto de 16 de abril de 2016, Rafael Correa anunció, el 30 del mismo, mes la venta de Sopladora, lo que invita a un debate nacional.

Considero que de todas las obras materiales (carreteras, unidades educativas, universidades, hospitales, etc.) la de mayor valor estratégico es la construcción y administración por parte del Estado Ecuatoriano de las centrales hidroeléctricas, porque garantizan la autonomía y soberanía energética que se encuentran en el horizonte estratégico de largo aliento de salvación del futuro de la humanidad, como lo es la producción de energía eléctrica con escasísima contaminación, no utilización de derivados del petróleo, costo de producción mínimos y múltiples propósitos (producción de energía eléctrica, control de inundaciones, sequías, utilización industrial, alimentos y para beber). En el futuro de la humanidad y en algunos países ya lo es en el presente, el agua será el elemento más importante de todos. Es muy probable que sea la principal causa de los conflictos y guerras en el futuro. En el año 2025 un tercio de la humanidad vivirá en zonas con deficiencias de agua. El papa Francisco en el Día Mundial del Agua dijo que “el agua es el elemento más esencial para la vida y de nuestra capacidad de salvaguardarla y compartirla depende el futuro de la humanidad”. Y agregó: “Animo, por tanto, a la comunidad internacional para que vigile que las aguas del planeta estén adecuadamente protegidas y que nadie sea excluido o discriminado del uso de este bien, que es un bien común por excelencia”. El control de las aguas no debe estar en manos del sector privado que lo ven como un negocio y no como un servicio y no representan a ningún país y menos a la humanidad.

Cuando algo es vital para obtener un objetivo de importancia crucial (desastres, guerras, bloqueos económicos, falta de medicinas, alimentos y agua) los países y personas se ven obligados a sobrepagar los productos que necesitan para su supervivencia y desarrollo. Se puede sacrificar los recursos inactivos, los de menor importancia. Como en el ajedrez, en la guerra y la vida se puede sacrificar una parte pero no el todo. Se puede sacrificar el presente, pero no el futuro. No debe haber la miopía cortoplacista de conseguir “pan para hoy aunque haya hambre en el mañana”.

Por favor. No nos desesperemos. No sobredimensionemos el momento. La tragedia del terremoto se dio en una parte del país y no debemos sacrificar para siempre a todos los ecuatorianos en beneficio de uno o pocos empresarios privados. Sopladora es uno de los mejores negocios lícitos del mundo. ¡En 4 años recupera el capital invertido en su construcción! y tiene una renta mínima de $ 200 millones anuales en beneficio para siempre de todos los ecuatorianos y no para pocos privilegiados. (O)

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