Todavía recuerdo a Sayumi, una joven japonesa, cuyo nombre quiere decir “Mi pequeña princesa”, cuando abría sus bellos ojos rasgados, ante la sorpresa: decía que no podía creer lo que los libros contaban acerca de Hiroshima y Nagasaki porque a ella, y a millones de niños japoneses en la escuela, mucho antes de que existiera internet, y durante años, les habían enseñado que los bombardeos habían sido obra de la Unión Soviética.
Pero hay más. Esas dos bombas fueron lanzadas cuando la guerra, en todo sentido, había terminado. Mussolini había sido fusilado el 28 de abril y dos días más tarde, Hitler se suicidaba. En esa semana, los soviéticos tomaron a Berlín. No obstante, los EE. UU arrojaron las bombas meses más tarde, en agosto, contra dos ciudades japonesas que carecían de toda importancia militar o estratégica, y que ni siquiera contaban con baterías antiaéreas.
Cuando los EEUU exigieron rendición a los gobernantes japoneses, y amenazaron con “total destrucción”, estos, sabiéndose derrotados, entre otras declaraciones, respondieron con la palabra “mokusatsu”, Esta es una forma delicada de decir “no comentarios”, cuando algo lastima demasiado. El traductor dijo que quería decir “Lo despreciamos.” Ante este supuesto menosprecio insolente a la amenaza, los EE.UU procedieron.
Hubo intenso debate entre científicos, militares y políticos. Alguien sugirió estallar la bomba frente a la costa, como acto disuasivo. Respuesta: No, porque nos interesa demostrar la capacidad de destrucción sobre las ciudades. Propuesta: Avisemos con 3 días, para que desalojen la ciudad. Respuesta: No, porque queremos ver con cuántas vidas puede acabar una bomba. Además, era una advertencia contra la URSS: “Mira lo que te puedo hacer.” Resultado, centenares de miles de víctimas que en un segundo se convirtieron en fuego, en ceniza, en nada. Los sobrevivientes envidiaron la suerte de los que murieron.
Esta semana, por primera vez un presidente norteamericano ha visitado Hiroshima. Allí habló, con tono serio, conmovido, acerca de lo que había sucedido. No pidió perdón. Pero expresó su sueño, seguro que honesto, de un mundo sin amenazas nucleares. Mientras tanto, su propio gobierno es el que menos ha disminuido su arsenal nuclear, menos aun que los gobiernos de los Bush. Y, a la vez, anunció 3.000 millones de dólares más para enriquecer y mejorar su potencia nuclear.
Quizás, sin que lo sospechemos, hay presidentes que son rehenes. Ante esto, solo decimos como los japoneses: Mokusatsu. Es decir, no comentarios.
En ajedrez, en cambio, las cosas son como son. Acá se mata sin mentiras.
1: Da4; Dxa4
2: Txe6; Te7
3: Txe7 mate