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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Las brujas bellas, y temibles, de la noche

Historias de la vida y del ajedrez
06 de noviembre de 2014

Los nazis, a los que muchos todavía consideran tan superiores, creían en cosas esotéricas. Por ejemplo, buscaban desatar fuerzas implacables con el solo poder del pensamiento. Se llamaban, también, el pueblo elegido. Hitler lo decía: “Los alemanes hemos nacido sin el pecado original”. Y creían en la magia y en las brujas. Pero en esto de las brujas sí tenían razón.

Por esos misterios de la vida, las únicas brujas verdaderas que han existido nadie las menciona. Ellas pusieron de rodillas a la arrogancia genocida de los nazis. Todo empezó en 1938 cuando tres mujeres jóvenes, bellísimas y atrevidas, recibieron una merecida distinción. Se llamaban Marina, Polina y Valentina y fueron nombradas Heroínas de la Unión Soviética.

Habían roto todos los records de vuelo. Poco después, cuando Hitler rompió el pacto de no agresión contra la URSS, Marina respondió con lo imposible: creó tres regimientos aéreos solo de mujeres. Eran más de cuatrocientas y su edad promedio bordeaba los 21 años. La primera vez que ella las tuvo al frente, sintió miedo por sus vidas. “Recuerden que esta es una misión en la que pueden morir”, dijo Marina. “¡Nosotras dispararemos primero!”, contestaron en coro.

La belleza y la juventud de aquellas mujeres eran incomprensibles en medio de la feroz disciplina de cada jornada. Se graduaron como pilotos en pocos meses y volaron los más elementales aviones. Eran biplanos lentos, para prácticas de vuelo, y se convirtieron en verdaderas escobas voladoras de madera y lona, apenas para dos tripulantes y dos bombas que eran arrojadas a mano por ellas mismas.

Para no ser detectadas por el ruido del avión, tomaban la máxima altura que les permitía aquel cacharro, apagaban el motor y se dirigían en silencio sobre los objetivos nazis. Arrojaban las bombas, y volvían a encender la máquina para abandonar la zona. Volaban a baja altura, acariciando las copas de los árboles, y amarraban maderos en las botas para alcanzar los pedales. Y no llevaban paracaídas. “Preferimos morir antes que caer en manos de los nazis”, decían aquellas mujeres. Toda la operación era nocturna. Y hubo heroínas que cumplieron 18 misiones en una noche.

Por eso los nazis las llamaron ‘Nachtexen’: ‘Las Brujas de la Noche’. Aquellas brujas inolvidables fueron el terror de las hordas nazis y cuando empezaron a ser miradas como amenaza por una ‘feminización’ del Ejército Rojo, Marina Raskova respondió: “No se preocupen. No competiremos con los hombres. Solo haremos lo que sea imposible”.

También, en ajedrez, lo máximo es el sacrificio de las damas:

1 DxPA jaqueTxD
2 T8C jaque, y sigue mate.

Esta historia se la debo a Alexis Ponce. Una noche me visitó para contármela. Venía montado, no en una escoba, sino en una botella de vino y dos muletas. Pura brujería. Gracias de todo corazón.

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