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El Telégrafo
Juana Neira

La paz

11 de octubre de 2019

Estamos viviendo momentos oscuros y difíciles en nuestro país, y creo que es necesario retomar la serenidad y la calma para construir puentes de diálogo y respeto entre los ecuatorianos.

Nos saquearon la solidaridad, la empatía, nos llenaron de miedo y nos callaron, asolaron nuestros cimientos de protesta, sembraron el odio indiscriminadamente y hoy necesitamos volver a nuestras raíces, recuperar nuestra identidad, restablecer la esperanza, reconocernos como ciudadanos de un mismo país: mestizos, indígenas, negros, montuvios, todos.

Juntos podremos construir la confianza y la libertad que todos exigimos para ser ciudadanos de paz. No existe paz, sin justicia social, no existe paz sin equidad, no existe paz sin educación, no existe paz sin salud, no existe paz sin libertad. La paz la encontramos en la mirada y los juegos de nuestros niños. La paz se refleja en los ecos del viento del páramo, en el canto de los gorriones, en los colores de los colibríes.

La paz se revela en la alegría de los habitantes de este país. La paz se decanta en nuestra música y nuestros poetas. La paz se pinta en los secretos de nuestros nevados y en los colores de los ríos y las montañas. La paz se inventa en la fuerza del mar y de la selva. En el olor de los guayabos y el sabor de los potajes del maíz y la quinua.

La paz se crea desde la savia nueva que corre por nuestras venas desde tiempos ancestrales. La paz se forja con los sueños de nuestros jóvenes, con la sabiduría de nuestros abuelos. La paz se edifica desde el trabajo cotidiano, desde la convivencia armónica de nuestras diferencias. La paz es una alquimia, en la que se funden los del universo para crear el elixir de la vida.

La paz es la búsqueda permanente de los abrazos entre hermanos, la paz nos permite celebrar el país que llevamos dentro: sus quebradas y sus crepúsculos; sus ríos y sus montañas, sus danzas y sus llantos; sus osos de anteojos y sus piqueros de patas azules. La paz que nos regala una caída del sol en el océano infinito… La paz vibra en la marimba y en la bomba de nuestros negros. Los matices casi sagrados de nuestra Amazonía descifran la paz.

Creo que tenemos suficientes razones y motivos para sentarnos juntos en la misma mesa a dialogar y extendernos la mano para que esta paz sea verdad. (O)

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