He tenido que silenciarme por algún tiempo para poder respirar y analizar lo que pasa en el Ecuador en estos meses. La política, muy típica en este continente sudamericano, siempre hace de su agenda un desastre desviarnos en como se arregla lo urgente -provocados por ellos mismos- y no lo necesario, que es lo que importa.
Como todo buen buscador de oportunidades ecuatoriano, todos los inicios de año son una necesidad salir a buscar mercado en el extranjero para, por lo menos rogar, que alguien regrese a ver a nuestro país, y con eso, atraerlos a invertir, estabilizarlos, generar riquezas y si la fortuna nos alcanza, que planten raíces los capitales extranjeros.
El conflicto ruso-ucraniano, en general, ha hecho de Europa un mercado en extremo caro para los inversionistas, una de las razones es el incremento en el costo de vida por la crisis energética; y pues esto ha llevado a que los ojos se planten en Latinoamérica como una válvula de escape, en la cual, una gran cantidad de dinero comienza a planificarse para iniciar operaciones y contratar profesionales que trabajen en línea para estos proyectos internacionales.
Aquí es donde los resultados de los números, que jamás mienten, entran en el juego de la mejor oferta para el análisis de retorno de la inversión. Ecuador es un país dolarizado, por lo tanto, su economía depende de que tan caro se sitúa el dólar a comparación de las monedas fuertes con las que se la compara. El dólar cotiza a la alta, mientras se devalúa su mayor competidor europeo, y esto es un componente fuerte.
En este sentido, se analizan otras fuentes de información para el inversionista con ansias de iniciar urgentemente su estabilización en los países que elige con criterios tributarios, laborales, regulatorios, aduaneros, estabilidad política y seguridad jurídica. Si bien, Ecuador tiene un standard favorable en la calidad del trabajo del ecuatoriano, pierde atractivo con lo que no está en las manos del trabajador local. El Estado, sus políticos y sus rabietas de infantes sin criterio, han logrado que la inseguridad en el retorno de la inversión, los altos costos que cobra el Estado ecuatoriano en sacar el dinero producto de la inversión, jueces que no sentencian sino al mejor postor, y el retorno por esos impuestos traducidos en deficiencia a todo nivel, hacen del país inviable para estabilizar operaciones.
En los últimos diez años, Ecuador si ha dado muestras eficientes, gracias a la iniciativa de pocos políticos y pocos abogados corporativos, que necesita abrir sus puertas a un mundo que negocia con la rapidez de un click. Este país ha reformado dos veces y casi, integralmente, su Ley de Compañías poniéndose en la vanguardia global de la tendencia para darle acceso al ciudadano que sea un empresario, y no, como nos tenían acostumbrados a que el empresario sea un lujo para pocos.
La Sociedad por Acciones simplificadas dio un golpe de timón y ahora usted, ciudadano, puede tener su empresa en menos de dos semanas, sin pagarle a un Notario para que se la apruebe, y las acciones son suyas sin necesidad de tener un “socio fantasma”. A más de esto, recientemente se aprobó una reforma más, en la que el que el riesgo de emprender en el país bajó a niveles mínimos y lógicos. ¿Sabía usted que, si la empresa no pagaba a sus trabajadores, el que respondía por eso eran sus administradores solidariamente?, ¿Sabía usted que si quería tener empresa y no tenía socio le tocaba buscar a alguien que le “preste el nombre” porque la ley no le permitía hacerlo solo?, ¿Sabía usted que cada que cambiaba su dirección en su empresa tenía que pagarle a un Notario y a un abogado para que le hagan una escritura que no entendía para que la firme en la Superintendencia le apruebe lo que solo a usted le importaba?, ¿Sabía usted que antes se le consideraba a usted la responsabilidad de un “padre de familia” cuando administraba su empresa y no la de un comerciante responsable? Sí, todas estas cosas desaparecieron y la normativa ecuatoriana ahora considera que el riesgo de la empresa no es suyo, a menos que le prueben que usted usó la empresa para ser un sinvergüenza y el 99% de empresarios no lo son. Para el 1%, hay medidas que los hacen responder, fuertemente.
Entonces, Ecuador avanzó una década en mejorar su normativa para que tanto usted, como el catastro empresarial global, pueda tranquilamente hacer un empresa eficiente, clara, y con sus propias reglas para que usted, el dueño de la inversión decida que quiere hacer para participar en el mercado ecuatoriano.
Pero este gran esfuerzo es insuficiente. Ecuador sigue secuestrado por un mercado hegemónico donde solo actúan un puñado del 5% -o menos- de empresas que forman parte de potencias familiares dueñas de la gran mayoría de marcas, productos y servicios que usted consume todos los días y no se da ni cuenta. Tan fuertes que hasta ponen ministros, dictan medidas, y candidatizan Presidentes, para que mantengan las cosas como están, esto es, un país cerrado al mundo, sin Bancos globales, y mercados secuestrados. Evidentemente, para que usted siga comprando la gallina enferma a precio de jamón ibérico.
Somos un mercado insignificante, con un potencial increíble, gente preparada y talento desbordándose y cobrando miserias. La solución es reformar el sistema, mejorar nuestro pequeño mercado potenciando lo que mejor sabemos hacer, dejar de vender plátanos y camarones, y dejar que el ingenio global tenga marca ecuatoriana. La industrialización digital está aquí y nosotros seguimos metidos en las cavernas.
Hacer empresa y generar empleo orgánicamente, es la única forma de crear estabilidad social que genere tal nivel de empleo bien remunerado, para no pedirle miserias a un gobierno que exige dependiendo al político de turno. Si ya hicimos una forma nueva de crear empresas, es momento de cerrar el círculo y hacer del país un mercado de competencia global.