Después de diecisiete meses de pandemia, parecería que nos hemos habituado a la muerte y la pérdida, a la ausencia. No obstante y por lo visto, aun no estamos convencidos de que atravesamos por una de las pruebas más letales de la sociedad moderna. Si el virus no nos ha tocado de forma directa se piensa, con un falso sentido de seguridad, que este no existe. Y sin embargo las personas mueren en los hospitales en soledad y aisladas, al tiempo que los medios de comunicación dan cuenta del incremento de las cifras de muertos y contagios. Según el Instituto Johns Hopkings, debido al covid-19 han fallecido, hasta el día de ayer, 4 318 618 personas en todo el mundo.
Durante esta epidemia, a diferencia de otras que asolaron a nuestra especie, la manera de comunicarse entre las personas es directa e interactiva. En pandemias anteriores, a la muerte se la presenciaba en la misma casa o en los lugares destinados a brindar atención médica. En la actualidad, nos enteramos de ella por medio de las noticias o las redes sociales, a través de una pantalla y mediante un dispositivo electrónico.
Antes se veía a las personas sufrir, padecer dolor, cambiar la configuración de su rostro, sufrir junto con sus familias, al tiempo que la sociedad los excluía; ahora, durante esta epidemia, no se ve ni se sabe qué es lo que sucede con las víctimas del covid-19 ni con sus familias. Al respecto, Rita Segato manifestó hace poco que hay personas que se están muriendo, pero no lo creemos; parecería que algo impide creer en la muerte por el covid. Mientras tanto, la gente acude a espectáculos y reuniones sociales sin problema, en tanto que pone reparos a la única opción para enfrentar el virus, que es la vacuna. Al parecer la naturaleza social y las nuevas formas de comunicarnos nos impide ver los peligros de la vida moderna.
Se nos enseñó que la vida existe porque esta presente la muerte, pero parece que el ser humano actual se siente lejano de esta realidad. Muchas nuevas formas de entender la vida y el mundo se han presentado con esto de la pandemia. Se requiere no solo de nuevos conocimientos, sino de nuevas formas de construirlos, puesto que los métodos se ven vulnerables y los resultados también. El conocimiento necesita de nuevas miradas para hacernos más seguros ante el futuro incierto.
Los investigadores y los centros de investigación han sido el gran soporte para el desarrollo de la ciencia y para brindar soluciones a las necesidades de la humanidad, no hay otra forma. En tanto, los Gobiernos deben seguir apoyando la educación y la investigación de calidad para que esta no solo se dirija a mejorar los indicadores económicos sino a valorar la vida como único patrimonio real de la humanidad.