Se perdió el norte cuando compararon la exposición mediática a la “narcovalija” con la exposición que recibían las toneladas incautadas por los agentes de la Policía. Es evidente que se iba a politizar el tema; a fin de cuentas, es un tema, entre otras cosas, político.
Y era de esperarse una arremetida mediática porque, en el gran esquema del Estado, un hecho como este no puede, ni debe, pasar, como muchos, escondido bajo declaraciones y promesas. No es una evidencia más de que en el país existe una extensa red de narcotráfico, es evidencia de los alcances que tiene esta red. No hay justificación, no hay chivo expiatorio, no puede haber impunidad.
Lo que tampoco puede existir es una cacería de brujas. Y, lastimosamente, el norte también se ha perdido cuando la arremetida y las acusaciones se centran en la figura del canciller Patiño. Si las exhortaciones a su renuncia y las acusaciones de una gran conspiración del narcotráfico a través de la cancillería, desde la alteración de reglamentos hasta la evasión de seguridades, son la única tesis válida, entonces esto no ha servido más que para encontrar un refugio electoral.
La naturaleza de la valija diplomática la concebía para transportar documentos e indicaciones de Estado, muchas veces secretos, entre cancillería y las embajadas. Hoy, pretender el envío de documentos a través de una valija, es ridículo. Entonces se le da un uso adecuado y dentro de los marcos del Derecho Internacional, como está estipulado en la normativa de cancillería.
La valija diplomática no es un courier barato para enviar artículos personales del embajador o altos directivos del Gobierno. Se utiliza, o se debería utilizar, para el envío de material que ayuda a promocionar económica, social o culturalmente al país en otros lugares. Y si a la troupe invitada para promocionar al país le fue permitido utilizar la valija diplomática para su menaje, me parece legítima la “excusa”.
Se le puede acusar al canciller Patiño de falta de transparencia, pero no un día después del boom mediático. Se lo puede acusar de manejo inapropiado del caso, pero no desde el limitado entendimiento del funcionamiento del proceso burocrático que significa enviar una valija diplomática. E implicar al canciller Patiño directamente con este delito, como en algún momento se pretendió hacer, es como acusar a Guillermo Lasso de corrupción porque de un cajero de su banco se sacó plata para coimear.
Es la gran oportunidad del periodismo investigativo. Esperemos que no se desperdicie entre prevaricatos, apresuramientos y mala fe.