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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

La 'Unidad Nacional', 'Compromiso Ecuador' y Enrique Ayala Mora

25 de febrero de 2016

Suenan rimbombantes, hasta simbólicos y conllevan una paradoja: unidad sin unión, compromiso sin obligación. Todo gira alrededor de dos figuras (caudillos en el lenguaje de la culta academia mediática). Los dos frentes políticos solo buscan algo en concreto: aglutinar a toda la oposición para afrontar (¿unidos?) el reto de ganar las próximas elecciones presidenciales y legislativas. Y después de eso, ¿qué?

Y están en todo su derecho, ¿pero cuánto hay de unidad entre Mauricio Rodas, Paúl Carrasco, Ramiro González, Marcelino Chumpi y Jaime Nebot? ¿Y qué clase de compromiso (político, histórico, ideológico y hasta empresarial) puede haber entre Guillermo Lasso, Alberto Molina, Diego Ordóñez, Auki Tituaña, César Montúfar, Betty Amores y Fabricio Villamar?

En medio de todo esto, quienes más abogan por dejar de lado los caudillismos o liderazgos fuertes son los más entusiastas en aplaudir cuando entra en escena el ‘líder’ de Compromiso o cuando habla el ‘caudillo’ de Unidad Nacional. Es más, se someten a su dictamen y nadie puede hablar antes que ellos, mucho menos negar que su candidatura es única e inamovible. Ahí no se exigen primarias, participación ciudadana, transparencia y menos aún la mínima posibilidad de otra opción. Tanto es así que por culpa de esos ‘caudillos’ no hay la mínima opción de una verdadera unidad de la derecha. Cada cual irá por su lado, evocando -eso sí- la unidad y el compromiso, el diálogo y la amistad, la tolerancia y el respeto.

Posiblemente detrás de todo esto hay mucha disputa, acuerdos aguados o amarrados con pinzas, celos por quién se sienta junto al ‘líder’ (como ya ocurrió el martes pasado), si es a su derecha o a su izquierda, etc. Y por lo mismo, quienes con un apasionamiento liberal claman por el fin de los caudillismos son los mismos que lo fomentan con pasión (como también ocurre en los académicos que sostuvieron a un supuesto caudillo en una universidad de cuarto nivel y que fueron al homenaje cual manada tras el Mesías a oír cómo debe ser el país sin caudillos, sirvientas con anaco y junto a expresidentes y dictadores).

Lo evidente (porque así deberían trabajar los periodistas y el periodismo ‘libre’ y no ‘comprometido’) es la puja intensa por colocar a los ‘caudillos’ en la papeleta de las derechas en las próximas elecciones. Y detrás de todo esto se oculta el andamiaje más variopinto y bien financiado para políticos de vieja data (no importa si se autodenominan empresarios, académicos, socialistas, periodistas libres o liberales de pura cepa).

Si se estudian las fotos de tres reuniones (la de la Unidad Nacional, Compromiso Ecuador y el homenaje a Enrique Ayala Mora), podría decirse que el país no ha cambiado. Incluso, con más canas y más arrugas, esos mismos personajes que hablan de un nuevo Ecuador o de transformar la sociedad son los responsables de que ahora tengamos un nuevo escenario político, del cual quisieron usufructuar con las mismas prácticas de siempre. En términos militares: ha sido una marcha sobre el propio terreno y del cual no quieren salir para seguir siendo los apóstoles de la moral más sublime y de unas verdades a medias.

Queda la tarea para los analistas comparar esas fotos con las de los congresos y gobiernos de la partidocracia, encontrar las diferencias (si las hay) y explicarnos qué país tenemos ahora y ahí con esos personajes, y cuál si ganaran los comicios en 2017. (O)

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