La economía de solidaridad (que estudia el sector popular y solidario) ha propuesto modelos productivos y de comercialización basados en la lógica de la cooperación, la autogestión comunitaria y la solidaridad. Se trata de proyectos de desarrollo comunitario para impulsar la producción y el intercambio de productos y servicios locales, con el propósito para la puesta en valor de los recursos locales, la generación de ingresos y empleo en zonas apartadas y deprimidas.
A fin de financiar y promover la producción estos modelos se apoyan en los sistemas de microcréditos y para agilizar e incentivar el intercambio introducen la UDIS (Unidad de Intercambio Solidario) que son vales utilizados para comercializar los productos de quienes participan en el proyecto, los cuales reciben algunos beneficios.
En América Latina ha implementado proyectos de desarrollo local la Fundación Stro de Holanda. En éstos, de acuerdo con la metodología de esta ONG, surgida de la experiencia en Honduras, se introducen varios métodos monetarios complementarios entre los que está el UDIS. Con esta, una unidad económica (ej. Cooperativa de producción) la usa para pagar a sus empleados, proveedores y afiliados al proyecto. Dichos vales se intercambian únicamente con productos y servicios de la localidad. No se pueden cambiar por la moneda oficial; aunque tienen una equivalencia con ella, no son convertibles a dólares. La ventaja de utilizar el UDIS, dentro de este esquema, es que hay incentivos como descuentos (consumidores), menor precio de insumos (productores) y menores tasas de interés en créditos para los que participan en el proyecto.
En el país la moneda de curso legal (por ley debe ser aceptada para transacciones) es el dólar, que tiene poder liberatorio (por ley tiene que ser aceptada para pago de deudas). El dólar cumple todas las funciones del dinero: medio de pago, medio de intercambio, unidad de cuenta y reserva de valor. En los medios de comunicación se han expresado opiniones señalando la UDIS como un embrión sustituto del dólar y de ser algo como el patacón argentino, lo cual ha generado dudas e incertidumbre sobre el esquema de dolarización vigente en el país.
Cabe señalar que la UDIS no es una moneda de curso legal ni tiene poder liberatorio, pues éstas características se las establece por ley. Por otro lado, la UDIS no cumple algunas de las funciones del dinero, ya que no se pueden fijar precios en UDIS (unidad de cuenta), no es reserva de valor (no se puede ahorrar en UDIS) y no es un medio de pago generalizado. Tampoco es un patacón, ya que éste apareció en Argentina en la crisis del 2001 cuando, por la escasez de moneda oficial, las provincias (municipios: entes públicos) lo utilizaron para pagar a sus empleados y proveedores que a su vez los usaron para transacciones de bienes y servicios en ciertas localidades.
En la ley de economía popular y solidaria, en vigencia, se establece que los entes de este tipo de economía pueden utilizar medios de pagos complementarios, por lo que se torna necesario que en el reglamento de dicha ley se norme el uso de los mismos y las autoridades respectivas realicen el control de este tipo de medios a fin de evitar especulaciones sobre el esquema monetario vigente.