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El Telégrafo

La trama de los discursos democráticos

17 de septiembre de 2011

Desde los noventa del siglo XX asistimos a la caída de un conjunto de discursos que siempre se refirieron a la búsqueda de una mayor redistribución de la riqueza y crítica al modelo de sociedad impulsado por el capitalismo. El neoliberalismo fue muy perspicaz en anticiparse al cambio y nutrió sus propios discursos centrados en la reivindicación de la identidad, de la cultura, etc. Esto puede parecer sorprendente, pero no lo es, ya que esos discursos de la identidad alimentaron la defensa de lo propio, de lo nacional, pero desde la lógica de las clases dominantes tradicionales. Como creyeron que el socialismo en todas sus formas se derrumbó, relanzaron sus viejos credos de la vieja identidad centrada en la tradición oligárquica. Así emergió con fuerza un nuevo conservadurismo de ultraderecha por toda Europa. La identidad y la cultura de lo nacional, de los nacionales de vieja alcurnia. Este discurso se combinó muy bien con la llamada consolidación democrática en América Latina. Estados Unidos cambió el discurso de la vieja seguridad nacional por la de la defensa de los derechos humanos. Toda una paradoja por parte de quienes promovieron dictaduras civiles y militares sangrientas en defensa de sus capitales. Ahora vemos que se han consolidado, con fuerza,  grupos de ex presidentes latinoamericanos en su mayoría quienes abrieron las economías nacionales a los flujos del capital sin control. Ahora aparecen ellos como los defensores de la democracia, la cual, por cierto, nunca es clara en su definición, porque si ganan ellos es democracia pura, pero si ganan otras tendencias, es el pueblo el que ha sido manipulado o el simplismo de decir que son gobiernos populistas o neopopulistas, como sinónimo o signo de degradación democrática. Es claro que si la democracia toma un perfil social, resulta que atenta contra la democracia del capital, en tanto su exigencia de ser libre, de extraer de cualquier sector social ingentes ganancias. Un ejemplo es que hace unos días el ex presidente Alejandro Toledo, del Perú,  solicitó a la OEA “intervenir en Ecuador” bajo el argumento de que en nuestro país se “están viendo acciones que parecen ser censuras a los medios de comunicación a través de los juicios” (Andes: 13/09/2011). Y lo hace como presidente del Centro Global para el Desarrollo y la Democracia, el cual es auspiciado por la tristemente célebre Fundación Nacional para la Democracia -NED-  fundada por Reagan para impulsar la democracia neoliberal por el mundo.

Basta leer la lista de ex presidentes asociados para comprender de qué tipo de democracia hablan: libre mercado, tratados de libre comercio, liberalización financiera, bajo gasto social, seguridad jurídica para las transnacionales, etc., es decir, libertad y democracia para el capital con rostro humano.

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