La lista vicepresidencial expresa un mensaje político y, como tal, es una apuesta. Más allá de la hoja de vida y características personales de sus integrantes, en el plano puramente objetivo, la terna significa que Lenín Moreno ha preferido consolidar el apoyo del renovado y depurado Alianza PAIS hasta el fin de su mandato, sin jugar dicha carta para hacer gestos de acercamiento en procura del apoyo de otros sectores que, por supuesto, estaban a la expectativa. La decisión tomada, además de implicar un guiño ideológico, tiene mucha lógica si la enfocamos hacia la próxima consulta popular, se pretende no agitar el agua y mantener las posiciones hacia el próximo desenlace plebiscitario. Sin embargo, y para otros, también tenía sentido refrescar al Gobierno con caras y posturas que amplíen el horizonte del Ejecutivo, asegurando nuevas corrientes de pensamiento hacia el referendo.
Esta calma chicha que ahora se mantiene en el escenario político, se produce porque el único enemigo a combatir por parte del Gobierno y de las otras fuerzas es al correísmo. Esto les permite a los morenistas mantenerse sin oposición y mayores sobresaltos, el enemigo es el mismo para todos y están relativamente juntos hasta la consulta popular. Pero, la esperanza de algún tipo de acercamiento hacia nuevos sectores a través del reemplazo vicepresidencial se mantuvo hasta el final. Al conocer la terna, algunos se sintieron desairados, hubo desazón y frustración. Es que, en definitiva, el Vicepresidente fue y seguirá siendo de Alianza PAIS, a pesar del ambiente político ecuménico que nos envuelve.
Es indudable que la atmósfera política se depurará luego de la consulta popular. Luego, los vientos retornan y el Ejecutivo deberá marcar su rumbo consolidando los apoyos y refuerzos necesarios. La incertidumbre debería terminar y la hoja de ruta definirse, ahí recién veremos quién es quién y si salen facturas políticas por pagar. Lo cierto, hasta ahora, es que el binomio triunfador fue de AP y seguirá siendo de AP. (O)