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El Telégrafo

La tercera era del carbono

04 de septiembre de 2013

No se trata del título de una nueva saga del cine estadounidense. El profesor de estudios por la paz y la seguridad mundial en el Hampshire College, Michael Klare, alerta en varios artículos sobre la presión para extraer cada vez más petróleo y gas en este momento de la humanidad. Se trata de una fuerte alarma para el mundo, porque estamos llegando a las 401 partes por millón de concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, un nivel jamás registrado antes, como resultado de la extracción y quema creciente de energía en el planeta.

La humanidad ha tenido dos grandes momentos en el uso y producción de los recursos naturales que, a fin de cuentas, representan las dos eras del carbono: la del carbón y la del petróleo.

En el mundo se cree, en forma ingenua, que la segunda era del carbono (la del petróleo), será pronto sustituida por la era de las energías renovables. Se vende la idea de que la creciente penetración del gas natural (energía más “limpia”) -combinada con mayores inversiones en energía solar y eólica- permitirá una transición hacia un futuro en el que la humanidad disminuirá la emisión de CO2 y otros gases invernadero en la atmósfera de la Tierra.

Según Michael Klare, la industria de la energía no está invirtiendo de manera significativa en energías renovables. Al contrario, destina sus beneficios a nuevos proyectos de combustibles fósiles que implican, ante todo, la explotación de reservas de gas y de petróleo, lo cual significa que se están ampliando aún más las fronteras extractivas.

Este hecho nos hace ver que la humanidad no está entrando en un período dominado por las energías renovables, sino que está iniciando la tercera gran era del carbono: la del petróleo y el gas. Las dos ahora juntas e inseparables.

Los nuevos proyectos de la industria de la energía, respecto a combustibles fósiles, implican la explotación de reservas de gas y de petróleo

¿Qué podemos colegir de los planteamientos de Klare? Que en los países del sur, que tienen una fuerte dependencia económica de los recursos no renovables, se va a producir una mayor presión internacional por los recursos energéticos. Cumpliremos cada vez más ese rol tradicional de proveedores de materias primas y recursos naturales en esta tercera nueva era -que es una nueva fiesta y borrachera-, promovida por los países ricos, incluida la China. Pero ese rol no estará exento de mayores conflictos sociales y de mayores afectaciones a la naturaleza.


En la tercera era del carbono, el capitalismo quiere arrasar con lo último que queda en el planeta. Más uso de energía fósil provoca también mayor emisión de carbono, con lo cual nos acercamos al devastador argumento del famoso documental sobre el cambio climático (“La era de la estupidez”). Con este panorama, que reduce más nuestras esperanzas, esta única certeza nos vuelve pesimistas, a menos que cambien en forma drástica los estilos de vida de la civilización, y se pueda llegar a concertaciones internacionales claras y definitivas antes de que sea demasiado tarde.

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