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El Telégrafo
Carol Delgado Arria. Embajadora de la República Bolivariana de Venezuela

La sororidad como práctica de la libertad

08 de marzo de 2016

La sororidad remite a una noción clave para transformar la larga historia de explotación económica, subestimación social y negación del aporte de las mujeres. La sororidad no es sino la práctica de la hermandad entre mujeres. Es decir, la aceptación, reconocimiento y solidaridad libremente resueltos y compartidos entre niñas, muchachas y/o mujeres adultas. Aunque parezca contradictorio, el comportarse “sororalmente”, es decir, como hermanas que somos en un mundo patriarcal, constituye hoy un importante desafío para todas, las del Norte y las del Sur.

Sobre todo, las revolucionarias de la región que asumimos la tarea de dar a luz nuevas formas de conciencia y relacionamiento, capaces de abrir caminos a nuestra liberación respecto de la opresión de clase y de género al unísono, ambos factores centralísimos para la reproducción socio-metabólica del capital.

La sororidad es un término relativamente conocido en inglés que remite básicamente a dos significados. En su acepción más común sorority refiere a la organización universitaria que congrega a las estudiantes mujeres. En su segunda y más importante acepción, sororidad significa el hermanamiento entre mujeres.

No debe sorprendernos que el concepto de sororidad en español sea prácticamente desconocido. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no lo registra todavía. El lenguaje, y su dimensión cognitiva, centrado en el hombre-varón como sujeto dominante y por ende centro del saber y del poder, constituye un entramado fundamental para la perpetuación de las relaciones de dominación.

La sororidad activa es una práctica social revolucionaria que plantea cuestionar, resistir y condenar el irracional machismo y sus múltiples expresiones perniciosas y encubiertas en chistes vergonzantes, incluyendo discursos o actos que menoscaban la dignidad de la mujer, prácticas manifiestamente misóginas como el maltrato físico y psicológico, lastimosamente prevalecientes en nuestra sociedad.

Las mujeres todas —pero particularmente aquellas que ejercemos militancia desde el Sur en pro de una sociedad para la realización plena de todos y todas— tenemos la responsabilidad de auspiciar un debate en el seno de sindicatos, movimientos sociales, ambientales o indígenas, consejos comunales, cooperativas y partidos políticos, en torno a la sororidad y a un nuevo feminismo que trascienda la agenda burguesa.

Precisamos de un diálogo franco, amplio y valiente sobre la integridad en las relaciones humanas como plataforma para superar el machismo, el individualismo y la competencia; antivalores que impiden una sociedad de iguales, más humana, armónica y plena de dignidad, bienestar y oportunidades de realización para mujeres y hombres.

En nombre de la República Bolivariana de Venezuela y de las dedicadas mujeres que acompañan mi gestión en la Embajada, este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, extiendo un afectuoso saludo fraternal, pero sobre todo sororal a todas las ecuatorianas y los ecuatorianos que forjan unidos la Patria altiva y soberana de la República del Ecuador. (O)

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