La banda La Rola de Portoviejo cumple 20 años. Este grupo excepcional es reflejo de un momento de quiebre en el que emergió una estética suigéneris y controversial como respuesta de una generación que fue capaz de remendar tiempos rotos. La Rola constituye una síntesis del movimiento cultural juvenil “Portoviejo Rock City”. La banda está integrada por portovejenses nacidos alrededor de los años 80 del siglo pasado. Sus integrantes han sido: Nicolays Mendoza (compositor), Hipólito Plúa, Luis Peralta, Víctor Lozano y Julián Vera (voz). En la producción aparece Alejandro Landetta.
Estas cortas líneas son un homenaje a La Rola, a los roqueros y a toda una generación de transición, que nosotros los sesenteros no hemos comprendido y valorado suficiente. Durante sus años constitutivos empezó la gran crisis que hoy nos sobrepasa. Nacieron cuando el país y el mundo comenzó a desgajarse; la tierra firme dio paso a los agujeros negros; los horizontes y los límites desaparecieron; el futuro quedó desvanecido y se impuso la religión del dinero como finalidad de la existencia. Trizadas las utopías, en lugares como Cotopaxi, Portoviejo y Quito ciertos grupos optaron por lo inimaginable: el humanismo, que no es sino el derrotero de la creación. Lo hicieron a su modo, creando una excepcional poética musical metálica con identidad propia.
Quien escribe estas líneas no ha entendido hasta ahora el rock. Los sesenteros somos típicamente modernos: nos cuesta vivir sin referencias, estructuras, racionalidad y certezas. La armonía y la lírica son elementos de nuestro ideal de belleza. El rock, a nuestros oídos, rompe con la cadencia rítmica, estremece los tímpanos, introduce cortes y silencios inesperados, improvisa, provoca desarmonías, irrumpe con voces rasposas y envuelve todo en un caos metálico tajando el cuerpo de la composición con elevadísimos sonidos de guitarra eléctrica, seguidos de preciosos sonidos blue deslizantes y sublimes. Los versos son realistas, sencillos y en algunos casos hondos: “El mundo está en una espera de sudor” (Dientes de Madera). Todos esos atributos estéticos, de algún modo propios de las grandes composiciones, son los que, aunque lejos de la belleza caduca, enlazan al rock con el éxtasis.
Gracias roqueros de La Rola. Ustedes son la generación que todavía porta el arquetipo del humanismo. Aún hay luciérnagas en el mar.