En el comienzo de la segunda década del siglo XXI el Ecuador y muchos países y habitantes del planeta se encuentran en procesos de cambios profundos en su conciencia, por el creciente conocimiento que se tiene de lo que acontece en cualquier lugar, a través de los diversos sistemas de información electrónica, principalmente la televisión, Internet y celulares, que permiten darse cuenta de su situación comparados con otros y tomar decisiones.
Las personas, comunidades y países se encuentran afectados por múltiples problemas acumulados por cientos de años, como el machismo, la explotación personal y colonial y dependencia, principalmente de los Estados Unidos y países europeos y -además- causados, directa o indirectamente, por el modo de vida capitalista, en su fase de imperialismo globalizado, que como un monstruo gigantesco de varias cabezas y miles de tentáculos depreda la naturaleza y los seres humanos del planeta, para mantener a su sociedad consumista, donde se encuentra la mayor cantidad de multimillonarios que, con su riqueza acumulada, resulta un insulto ante la mirada de miles de millones de habitantes que viven en la pobreza y la miseria extrema.
Los medios masivos de comunicación se han convertido en los instrumentos de alienación y concienciación, permitiendo informarnos de cuanta riqueza acumulan los más poderosos y ricos de la comunidad, el país y el planeta, y ver cómo viven y derrochan el patrimonio de la humanidad los emperadores, monarcas, reyes, sultanes, dictadores, empresarios, comerciantes, deportistas y artistas muy ricos, que necesitarían cientos o miles de años para consumir lo acumulado.
Existe un grupo poderoso de personas en diversos países, que a través de evasión de impuestos, sobornos, cobros indebidos, negocios ilegales y pagos de sueldos miserables, hace ostentación del enriquecimiento público y privado no justificado, que invita a la envidia y resentimiento de los demás y pone en evidencia que, en determinados momentos, en la sociedad, no funcionan los mecanismos de control político, rentas internas y justicia. La acumulación excesiva de la riqueza y la compra compulsiva innecesaria son motivadas por una forma de mal vivir que estimula el consumismo, aparentar lo que no se tiene y no se es, el egoísmo, la comparación, la envidia y el ego.
Esta forma de vida debe cambiar y, como señala Mahatma Gandhi, “de una manera apacible se puede sacudir el mundo”.