Hace 22 años, cuando Pedro Delgado Campaña eludió una disposición necesaria para conseguir un título académico de cuarto nivel, cometió un acto contrario a la verdad y a la rectitud (fraude). Con ello, en ese día, perjudicó al Estado ecuatoriano y a terceros. Y actualmente, golpea duramente al proyecto de Gobierno del Presidente Rafael Correa Delgado, que le entregó su apoyo y confianza.
Ese accionar está circunscrito a lo penal y es ante la justicia ordinaria que se ventilará. Si se tornó de interés político es debido a que el Presidente, para mala hora, es familiar de Pedro Delgado.
Mi temperamento me impide hacer leña de cualquier cristiano caído en desgracia. Pero no respeto el accionar de Pedro Delgado en la rueda de prensa convocada para renunciar al cargo, porque me causa gran enojo que tildara como “acto de inmadurez”, a su acto sobrecargado de estupidez. Si el ilícito se cometió hace 22 años, quiere decir que sucedió en 1990. Y si nació en 1962, tenía 28 años de edad cuando lo realizó.
¿A qué edad de su vida considerará que adquirió madurez, responsabilidad, y hombría?
De calidad aceptable hubiese sido que en la referida rueda de prensa le pida perdón al Presidente que confiadamente le dio la oportunidad para servir al país, y que se hubiese entregado a la Policía Nacional.
Siempre he repetido que el país se sorprenderá cuando pueda observar esa arista de la personalidad del Presidente Rafael Correa, de tomar medidas contra cualquier cercano colaborador que lo agarre en actos reñidos con la ley.
Pero hoy que lo ha hecho, sus enemigos políticos pretenden, inútilmente, sacar rédito de este incidente, y no terminan con la cantaleta de la presencia del Presidente en el homenaje a Pedro Delgado, realizado en el mes de septiembre, dos meses antes que se presente la denuncia respecto a no poseer título de Economista, hecha en noviembre pasado.
Sin temor a equivocación, se puede afirmar que el Presidente jamás se ha quedado cruzado de brazos, cuando ha tenido el conocimiento claro y categórico, que algún cercano colaborador ha cometido malos manejos. Recordemos el caso del ex ministro de Deportes, Raúl Carrión que enfrenta juicios por peculado, junto con algunos de sus colaboradores.
La Revolución Ciudadana está a salvo porque cuenta con hombres y mujeres leales y capaces. Y el sector público ecuatoriano dejará de ser licencioso y descocado, cuando las autoridades del más alto nivel, además del sentido de patria, tengan la valentía para hacer lo que están obligados a hacer. Sin convertirse en sumisos bueyes que tiran en la dirección señalada por las mafias burocráticas o, peor aún, por los grupos de poder económico o político.
La próxima elección presidencial será más dura que la de hace seis años. Los poderes que siempre gobernaron temen morir de una vez y para siempre, si transcurren cuatro años más sin que lacten de los robustos pechos de la hacienda pública. Y sus ansias de volver al viejo país los impulsarán a pelear con todo el individualismo exacerbado que caracteriza a los vende patria.