Con ese título publicamos una obra en enero de 2009. Cincuenta aniversario de la Revolución que inició una pequeña isla caribeña, a noventa millas del país más poderoso, cuya política digna y soberana transformó la historia contemporánea, dando comienzo a una nueva era. Han transcurrido 54 años. Más de medio de siglo.
La Cuba revolucionaria es el único país que construyó el socialismo, poniendo en práctica los fundamentos más hermosos del humanismo. Su recorrido no ha sido fácil. Mas la resistencia de su pueblo, sustentada en su unidad, firmeza ideológica y trasparencia moral de sus líderes, la hicieron invencible.
Cientos de miles de internacionalistas cubanos combatieron en tres continentes por la liberación de sus pueblos. Cientos de jóvenes del Tercer Mundo se educaron en la Isla de la Juventud. Sin pedir nada a cambio, pese a las agresiones y al criminal bloqueo, miles de cubanos dan su colaboración como médicos, recuperando o mejorando la visión, gracias a la “Operación Milagro”, y miles de adultos han aprendido a leer y a escribir en la campaña de alfabetización “Yo sí puedo”. En el período especial, la gente demostró más investigación y solidaridad.
¿Y qué decir del papel de la Revolución Cubana en el cambio de época que vive nuestra América? Sin la Revolución Cubana no podrían entenderse los procesos liberadores que se están dando en la región. Ni los de integración en su lucha contra el neoliberalismo, abriendo caminos hacia otros países extracontinentales. La Revolución Cubana ha contribuido a desarrollar la solidaridad entre todos los pueblos del mundo.
Conocido es el esfuerzo de la Cuba revolucionaria por contribuir a encontrar una solución para Colombia, prestando su territorio como sede para las negociaciones de paz con las FARC, tendientes a lograr una solución al conflicto armado, que lleva cerca de cinco décadas. Fidel siempre cuestionó lo largo de este y abogó por su pronta solución.
Pero la mayor expresión de sensibilidad humana cubana se evidencia actualmente, en la atención médica al líder de la Revolución Bolivariana, el comandante Hugo Chávez. Toda la ciencia está a su servicio. Y todo el amor del Gobierno y de su pueblo. En la historia contemporánea no se ha visto semejante prueba de amor.
Es que la historia la hacen los pueblos. La hacemos nosotros.
El pueblo cubano continúa construyendo su propio destino. Y lo hace sin amargura, con alegría, con optimismo. Con la comprensión de lo que ello ha significado. Y ha estimulado a otros pueblos de nuestro continente, a los revolucionarios de hoy, a aceptar el reto: hacer posible un mundo mejor.
Si Cuba expresa con todo su encanto el alba, el amanecer de aquel mundo mejor, nuestras generaciones presentes latinoamericanas están obligadas a hacer suyo su legado, acelerando el cambio social y la integración regional como fase imprescindible de lo que falta para nuestra segunda liberación. ¡Nos lo exige el tiempo que nos ha tocado vivir!