Hoy siguen las responsabilidades sociales que deben cumplir las empresas con la sociedad en general. Tradicionalmente se consideraba que solo el hecho de que unos empresarios fundaran una empresa y generaran empleo era razón suficiente para que las empresas sintieran que cumplían con la sociedad.
Sin embargo, desde el lento desarme del modelo de Estado de Bienestar, son las sociedades que demandan que las empresas deben asumir no solo sus ganancias sino las consecuencias de esas ganancias. Ya no basta solo generar empleo y obtener altas ganancias, sino que la competitividad debe ser revisada a la luz de los factores del entorno societal y ambiental. Pero es con el neoliberalismo que la responsabilidad social empresarial toma tonos obscuros. Por un lado emerge una serie de análisis que plantean que, para reducir el conflicto social de las empresas, sean laborales, ambientales, etc., las empresas debían someterse a cambios en el modelo de gestión e incorporar en la responsabilidad a sus propios trabajadores como a los consumidores y las zonas pobladas cercanas a las instalaciones, además de modificar los sistemas que son poco eficientes con el medio ambiente. Todo esto suena bien, pero también encontramos que este modelo fue una respuesta del propio neoliberalismo en distintas regiones del planeta para compartir los costos sociales con los propios trabajadores y la comunidad. De pronto algunas empresas, las multinacionales y las transnacionales, adquieren un rostro humano de compromiso social, de búsqueda de armonía con la naturaleza, de sostenibilidad y sustentabilidad, no siendo nada más que una estrategia globalizadora del neoliberalismo para modificar comportamientos masivos de los consumidores frente a las marcas. Desde la sociología de las empresas es difícil encontrar una base conceptual sólida. Apenas se relaciona este concepto de responsabilidad social empresarial a modelos de gestión en el ámbito de la administración y, sobre todo, en el campo de marketing y la publicidad, es decir, que es más la publicidad, las campañas, los concursos, etc., que buscan animar a la sociedad a participar con ideas para hacer más amigables a las empresas. Se ofrecen viajes, premios, etc., lo cual en nada contribuye cuando se comprende que las multinacionales no responden a políticas nacionales, ni siquiera regionales, sino a procesos de encadenamiento productivo a escala mundial. La publicidad que genera la responsabilidad es un ahorro a corto plazo y reducción de costos, pero sobre todo de convertirse en referentes “éticos” para la sociedad de consumidores. Lo mejor que podrían hacer las empresas es democratizar su capital accionario, modificar sus sistemas de producción para el consumo, reducir sus tasas de ganancias y pagar sus impuestos como corresponde... pero hasta allá no llega la responsabilidad utilitarista...