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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

La radio: Confusiones terribles

Historias de la vida y del ajedrez
03 de diciembre de 2015

Sucedió en la época de las radionovelas en un país vecino. Allí, un día llegó un actor gallego al que llamaban Españita, por su baja estatura y su acento indomable. Y un día Españita entró a trabajar en una radionovela para actuar en el papel de cocinero a bordo de una nave de piratas, en la que administraba el mucho ron y los pocos alimentos. Con las tormentas y olas bravías que hacían crujir el maderamen y castigaban las velas queriéndolas arrancar, Españita recitaba oraciones desconocidas, gritaba frases mágicas y una que otra maldición.

A los oyentes no les interesaban mucho las aventuras de los piratas desalmados, ni los tesoros que robaban y que ocultaban en islas a la que jamás regresarían. Lo que seducía de aquella radionovela feroz eran los conjuros mágicos de Españita.

Algunos decían que eran efectivos para aliviar achaques y que atraían amores escurridizos. Españita decía: “Y ahora, para que la que dejasteis en lejano puerto os ame por siempre, decid tres veces las palabras ´asba-balut´ y el nombre de la mujer. Los piratas, suspirando, como borreguitos amaestrados, ponían sobre cubierta las espadas y las rodillas, y pronunciaban la frase mágica. Y en su casa, más de un oyente se sumaba a la ceremonia suplicante. Y había que estar atentos porque Españita nunca repetía sus conjuros mágicos. Pero insistía con una muletilla que era “! Por los clavos de Cristo!”, para todo. “¡Por los clavos de Cristo, quién ha robado el ron!”, “! Por los clavos de Cristo, quién escondió la paila! ”Y un día, en la cocina, furioso, estaba preguntando por los huevos que no aparecían. Y la cabeza de Españita confundió los huevos y los clavos. En vez de decir “por los clavos..” dijo otra cosa que sonó a blasfemia, y terminó preguntando dónde estaban los clavos…

Españita tartamudeó, intentó corregir, pero fue acallado por las risas asustadas de los otros actores. Los oyentes, estupefactos, oyeron que el capítulo en vivo de la radionovela terminó de cualquier manera. Al día siguiente el director ordenó que una ola arrastrara al mar a Españita, que abandonó el elenco de actores. “!Por los clavos de Cristo, Dios mío, estoy sin trabajo, cómo me dejaste equivocar!”, repetía Españita, sin saber que era famoso en todos los corrillos donde alguien quería contar una historia chistosa.

En ajedrez, también los errores ¡por los clavos de Cristo!, son costosos.

El negro ganaba con R1A, para escapar a jaques por la diagonal blanca a 3T y el mate con caballo negro era inevitable. Pero se equivocó.

Heeres Roper de Holanda, Vs. Díez, Ecuador.

1… RIC

2: D3C +! , obliga a cambio de damas y el blanco corona.

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