¿No sienten ustedes amables lectores una cierta sensación de que el socialismo se ha convertido en un problema? Más que una solución a los problemas sociales se ha convertido en problema social, económico y político. Así lo demuestran las experiencias de Venezuela, Nicaragua, Argentina y Ecuador. Sus líderes, mejoraron la calidad de vida, pero la de ellos. Así, la revista Forbes, estima que la fortuna de Fidel Castro supera los 900 millones de que deja a sus herederos. Por supuesto, en su caso, no se discute la legitimidad de legar a su familia y no al estado cubano. Para ellos, la acumulación de capital no es un pecado.
Quienes siguen creyendo en el socialismo como una doctrina que construye una sociedad equitativa, caen en lo que Lenin llamaba “infantilismo de izquierda”. Y de su misma medicina, toman el mismo jarabe cuando sus militantes en su gran mayoría burgueses que se creen los más revolucionarios de los revolucionarios tan solo porque lanzan eslóganes.
Hoy, el Ecuador por las fiestas navideñas, entra en periodo de vacancia cerebral. La ciudadanía dejará el tema de la política en remojo para retomar en enero la reflexión sobre cómo votar.
Para ese entonces, el mayor segmento de electores, conformado por los jóvenes de 16 a 35 años tendrá que improvisar su voto de acuerdo con la superficial información brindada por las redes.
Esta, se ha creído una generación escogida, revolucionaria y protagonista de un verdadero cambio revolucionario por imprimir cambios en el mundo inmediato. El izquierdismo infantil de los milenials no alcanza a distinguir entre realidad y realidad virtual. Creerán y votarán por el candidato que hable como ellos y también como ellos, no sepa a dónde mismo ir.
Todo parecería apuntar hasta aquí a que el candidato que se está manejando con mayor experticia en redes y con un discurso galante con las demandas y expectativas de los milenials será el ganador. Usted podrá colegir a quién nos referimos.
Parafraseando a Marx, en el 2021 podría ser que “la historia se repita dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”.