Parece que en Colombia la lista de escándalos por corrupción del gobierno Uribe es interminable y por mucho que se agradezca la tranquilidad que ha traído la seguridad democrática, cada vez hay más voces indignadas contra el modus operandi del ex presidente, quien gracias a su inmunidad solo puede ser investigado por una comisión del legislativo conformada por tres miembros de su partido, mientras que sus funcionarios son investigados por la fiscalía y van a la cárcel.
Las duras palabras de la fiscal colombiana al imputar cargos al Secretario de la Presidencia y a la Jefe de Inteligencia por los “pinchazos” del DAS con el fin de desprestigiar la Corte Suprema de Justicia, políticos de oposición, periodistas que investigaban actos de corrupción; sumado a los cables WikiLeaks que dejan entrever cómo se fraguó el complot para desprestigiar a Correa y a Chávez, cómo usaron la certificación de la Interpol para sus propios fines, cómo se contrató a la empresa inglesa IISS para analizar los discos duros de Reyes y publicar informes estratégicos; y finalmente el auto de la Corte declarando que los discos carecen de valor probatorio en Colombia; abren las puertas para conocer una gran conspiración nacional e internacional.
En el destape y difusión de este juego macabro ha tenido relevancia la prensa. Fue gracias al trabajo de periodistas valientes que se han conocido actos de corrupción de ese gobierno, pero también gracias a la libertad de prensa que hay en Colombia. Así como la prensa fue heroína, también fue villana al publicar graves acusaciones de una sola fuente y sin verificar, con la cual, varios medios internacionales y especialmente ecuatorianos, sentenciaron a Correa vía juicio editorial. Dado que no soy su abogada ni “compañera” política, solo me toca manifestar mi profunda indignación frente a estos hechos.
Mockus dice que para quien simpatiza con la causa política …“hacerse el de la vista gorda se justifica. Si el fin es noble y el método es infame, el fin pierde su nobleza, pero el medio gana respetabilidad”. Creo que acá pasó lo mismo con ciertos sectores de la prensa y como toda acción genera una reacción, si uno se siente manipulado para malpensar de alguien, el paso siguiente es no volver a creerle, por lo que no veo de utilidad la confrontación permanente con la prensa. Sin embargo, la existencia de medios que investigan la corrupción, como se ha visto en este caso, ha demostrado que la libertad de prensa es irreemplazable y el arma más poderosa contra la corrupción, en especial para los mismos gobiernos.