Si la democracia es consustancial al concepto de ciudadanía, entonces se hace necesario el desarrollo de nuevas formas de organización popular que permitan a los ciudadanos ejercer a plenitud sus derechos, para convertirse en actores protagónicos de la vida política en el Ecuador.
La ciudadanía no es delegable, como tampoco lo es la democracia misma. La democracia está en los ciudadanos, por tanto, son ellos los que deben ejercerla plenamente.
Es natural que ciertos sectores políticos sientan nostalgia por épocas en las que el gobierno de pocos se imponía. La mayoría de los ciudadanos era desplazada y se convertía en simple espectadora del festín.
Si los intereses de los partidos de las élites no coincidían –como es natural– con los intereses de las mayorías, ¿cómo fue posible que hayan llegado en tantas ocasiones a Carondelet y durante tanto tiempo hayan ejercido el poder, a espaldas de sus electores? ¿Cómo pudieron hacerlo, si siempre fueron y siguen siendo minoría?
Porque se apropiaron de los medios de comunicación y los transformaron en medios de alienación. A través de ellos mintieron, chantajearon, amenazaron. Monopolizaron la política. Expulsaron por la fuerza –cuando consideraron necesario– del escenario político a las mayorías. Aprovecharon la débil formación de numerosos sectores ciudadanos, para confundirlos con facilidad.
Por lo indicado, se torna impostergable la construcción de un movimiento ciudadano desde las bases. Se trata de que la organización sea firme en lo ideológico, orgánica y disciplinada. A partir de estos logros, puede obtenerse un crecimiento sostenido en lo cualitativo (cuadros) y en lo cuantitativo (adhesiones).
Uno de los objetivos fundamentales es lograr que esta organización desarrolle la suficiente fuerza y capacidad, como para impedir que los conspiradores (que no descansan en hacer su “trabajo” a tiempo completo) articulen un nuevo golpe de Estado a “su” gobierno. Solo una organización con las características señaladas garantizará que la Revolución Ciudadana se consolide y se mantenga.
Las escuelas de formación de cuadros políticos deberían empezar a funcionar con urgencia. La Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana mantiene actualmente el Programa de Formación de Liderazgos Sociales, que requiere mayores esfuerzos para llegar a más sectores populares. Las espadas de Alfaro y Montero deben transformarse en lápices y libros para la formación política de las mayorías.