Hace 25 años en los períodos de sequía el caudal en la cuenca baja del río Daule, descendía su promedio natural no regulado de 500 m3/seg., hasta 7 y 5 m3/seg.; entonces la ciudad de Guayaquil, la más habitada del Ecuador, tenía severas restricciones en el suministro del agua y se bebía agua salada.
Los trasvases hídricos para el desarrollo de la península de Santa Elena y la provincia de Manabí, así como el control de inundaciones en las áreas de riego que significan la seguridad alimentaria y agua dulce para el país que ahora son realidad, dependían del represamiento del Daule.
La Represa Daule – Peripa, por los beneficios obtenidos con su construcción, podría ser reconocida como la obra civil emblemática para el desarrollo, construida en el siglo pasado.
Los conservacionistas, no obstante los beneficios que prestan las represas, consideran que su construcción, como ninguna otra obra civil, ocasiona perjuicios en el medio ambiente y disturbios en los hábitos de vida de las comunidades campesinas; sin embargo, las albarradas o jagueyes (almacenamientos de agua de dimensiones humanas) han sido rescatadas y citadas como ejemplos de “sistemas tecnológicos, de origen pre-hispánico”, que permitían la sobrevivencia en zonas secas, manteniendo el equilibrio ambiental.
Las mega-presas, como toda intervención artificial en el medio ambiente, ocasionarán impactos no solamente positivos si no también negativos; la diferencia con las albarradas (citadas como ejemplos de desarrollo comunitario) está en el grado de integración que los usuarios organizados mantienen con la obra y su participación en la administración.
El financiamiento para la construcción de presas en los países en desarrollo se obtiene generalmente de préstamos internacionales y sus costes se vuelven gravosos si no se cumplen los objetivos en los tiempos previstos, y a esto se suman las pérdidas por el deterioro del sistema por ineficiencia de los programas de operación, mantenimiento y conservación ambiental, los cuales no son financiados previsivamente paralelos a las obras, demostrando la necesidad de establecer igual seguridad de financiamiento para los indicados planes, los cuales con frecuencia carecen de presupuesto al finalizar la etapa de construcción, no obstante que de ellos dependerá el cumplimiento de los objetivos de las inversiones realizadas por el Estado, para lograr no solamente la construcción civil del siglo sino, también, el desarrollo del siglo.