Un segmento de la población ecuatoriana no ha logrado entender del todo el fervor popular expresado en las muestras de dolor y cariño por la muerte de la cantante ecuatoriana Sharon la ‘Hechicera’. Esta extrañeza que ha causado en ciertos círculos ‘cultos’ la expresión popular, la asistencia masiva a su velorio y al entierro, no es sino el síntoma de una fragmentación cultural de aquello que el investigador ecuatoriano Hernán Ibarra denominó, en un excelente trabajo, ‘la otra cultura’.
La tecnocumbia como fenómeno musical de masas es significativa en varios países de América Latina, y en el caso de nuestro país ha posicionado a numerosas mujeres que, constituidas en verdaderas divas criollas, han impactado los imaginarios musicales y simbólicos de un segmento bastante amplio de ecuatorianos. Los acordes electrónicos junto con el ritmo de este género musical que invita al baile, unido a las melancólicas letras de las canciones, y el despliegue de voluptuosidad, hacen de este un espectáculo que interpela a los asistentes y los implica directamente. Muy lejos del gusto refinado del otro segmento de población, que apartado de este fenómeno no logra advertir por qué la repentina y violenta muerte de Sharon ha despertado tanta pasión popular. Nos recuerda cuando murió Julio Jaramillo -con las diferencias del caso-, hoy es una artista mujer la que fallece y de forma trágica, más aún cuando hay sospechas de femicidio.
El pasillo en su momento, la música rocolera, y hoy la tecnocumbia son expresiones de una cultura popular de masas que han logrado adaptarse y recrearse, y que son consumidas por un público ecuatoriano atribulado de pasiones, como el desamor, la ausencia, la infidelidad, la revancha amorosa. El último concierto que dio Sharon fue en la provincia de El Oro. Ella hacía sus presentaciones en teatros, pero también en plazas, coliseos y escenarios populares. Los videos de la artista que aparecen en YouTube, estos días han incrementado significativamente el número de visitas. Lo hacen sus fans, pero también los curiosos que quieren enterarse quién mismo era ella.
Sharon supo llegar a un público muy amplio en Ecuador y también a escenarios internacionales de los países donde viven los migrantes, tanto así que llegó a cantar nuestro himno en Estados Unidos, en medio de un acto solemne de la comunidad ecuatoriana. Ella representaba la mujer voluptuosa, rubia y luchadora que quizás muchas ecuatorianas aspiran a ser. Fue elegida como un ícono sexual al ser nominada como la mujer ‘más deseada’ del Ecuador, de acuerdo a un concurso hace algunos años. Pero también fue criticada y denostada por una élite cultural y se vio envuelta en medio de las disputas propias del mundo farandulero. Edith Bermeo se forjó a sí misma y creó a Sharon la ‘Hechicera’. Y hechizados ahora todos, vemos cómo levanta multitudes y afectos, justo el momento de partir.