Los marchantes de la más irreflexiva oposición trajeron entre sus consignas, un “no” rotundo a la minería, sin presentar ninguna alternativa, simplemente le niegan al Estado, representado por el actual Gobierno, su facultad de aprovechar la generosa oferta de la Pacha Mama a través del subsuelo cargado de abundantes riquezas. Con el peregrino criterio de los infantiles, la humanidad no hubiera superado las cavernas, pues no hay objeto metálico de uso humano que no haya sido forjado de algún mineral. Que le digan “no” a la minería en Canadá, Australia, Chile, Bolivia, o a los mismísimos Estados Unidos de Norteamérica que tanto admiran, para ver si no les mandan con viento fresco.
La tecnología ha superado los reparos de los ambientalistas, reduciendo a su mínima expresión el impacto ambiental de la actividad minera, con reales posibilidades de mitigación y remediación, a fin de que la naturaleza no sufra menoscabo. En cuanto al agua, resulta contradictorio que sus defensores se opusieron a la aprobación de la Ley en la Asamblea Nacional Legislativa. Será tal vez que se acostumbraron a administrarla a través del control de canales y vertientes, en contraposición con lo que dispone el Art. 411 de la actual Constitución, en cuanto a que el Estado garantizará la conservación, recuperación y manejo integral de los recursos hídricos, regulando toda actividad que pueda afectar la cantidad y calidad del agua y el equilibro de los ecosistemas, estableciendo -eso sí- una autoridad para su gestión.
En el Azuay crearon una lamentable confusión respecto al sector de Quimsacochas (Tres lagunas), aduciendo que cualquier actividad minera que se intente desarrollar afectaría a las fuentes de captación del líquido elemento que alimentan los canales de provisión de agua potable para la ciudad de Cuenca. Nadie en sano juicio aprobaría esa contaminación. Se trata de otra cuenca hidrográfica, con lo cual los infantiles pretenden escandalizar buscando abortar un eventual proyecto extractivo minero, pues para que ello ocurra el agua tendría que “trepar” 1.500 metros cuesta arriba.
El Ecuador es pródigo en parques naturales, reservas ecológicas, zonas protegidas y áreas nacionales de recreación. Las licencias ambientales están expuestas al escrutinio ciudadano responsable, sin sesgos politiqueros que más bien muestran el arranque de campaña de una rabiosa oposición de derecha reaccionaria e izquierda renegada, ambas resentidas con la Revolución Ciudadana porque perdieron sus cuotas de poder arbitrario, ante el avance del empoderamiento popular que con todo derecho ha asumido el rol que le asigna nuestra democracia participativa, desenmascarando a la actual acumulación de fuerzas opositoras que se nutre con el pestilente contingente de la traición.