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El Telégrafo

La mejor inversión, los buenos técnicos de primera división

14 de septiembre de 2011

¿Cuánta importancia tiene un director técnico dentro de un equipo?, es la pregunta que a menudo muchos nos formulamos. Sin duda la respuesta a esta interrogante estará en función a los resultados que  el profesional pueda conseguir.

En más de una oportunidad escuché a los entrenadores mencionar que a ellos se los contrataba para que los dirigentes tengan la posibilidad de descargar en alguien la responsabilidad por los malos resultados, ya que siempre en el fútbol alguien debe ser el culpable. En definitiva, a los técnicos se los contrata por buenos y se los echa por malos.

Este concepto se ha modificado y evolucionado con el pasar del tiempo. Pero no queda duda que,  más o menos, siempre el entrenador fue una pieza clave y determinante en el club.

La última década ha sido particularmente importante para el fútbol ecuatoriano, ha sido la de mayores éxitos, la de mayor progreso y logros a nivel de selecciones y  de clubes. Los resultados están a la vista. Gran parte de ese crecimiento obedece a la presencia de técnicos de prestigio, de reconocida trayectoria y solvencia.

Esto ha sido posible por el cambio en la mentalidad de la dirigencia. Contratar entrenadores importantes, de jerarquía, con personalidad y conocimientos no es un gasto; quienes así piensan están totalmente equivocados; es una inversión y en la medida en que este criterio se adopte, mayores serán los beneficios y resultados.

No puedo ni debo ser injusto con la historia; durante ésta, el balompié nacional ha contado con buenos profesionales, pero desgraciadamente una gran mayoría aprovechó  la falta de conocimiento y hasta  la ingenuidad de  algunos dirigentes, que se quedaban maravillados con solo escuchar a quiénes se presentaban con el buzo de técnicos, que  en  la mayoría de los casos no eran sino encantadores de serpientes y vendedores de humo.

En los últimos años el fútbol ecuatoriano se ha visto fortificado y se ha nutrido de entrenadores de  prestigio.
En las selecciones nacionales la historia empezó a cambiar con la llegada de Dussan Draskovic.Llegar a entender la filosofía del balcánico tomó su tiempo, pero ésta  terminó convenciendo a todos.

Francisco Maturana, Hernán “Bolillo” Gómez, Luis Fernando  Suárez -estos dos últimos en base al único idioma válido para los entrenadores, los resultados- lograron el reconocimiento de todo el país.

A nivel de clubes la historia también  tomó otro rumbo. Cada vez existe mayor convicción en que la presencia de técnicos de renombre, aunque en este deporte nadie tiene el sello de garantía, es el camino correcto para poder llegar a materializar los objetivos y metas propuestas.

Nombres como los de Manuel Pellegrini, Jorge Fosatti, Rubén Darío Insúa, Juan Carlos Oblitas, el mismo Benito Floro, le dieron  prestigio a nuestro fútbol.

Pero no solo del exterior llegan los entrenadores con capacidad,  personalidad y prestigio. En el medio local  también  existen profesionales con méritos y capacidad. Carlos Sevilla, vigente por más de un cuarto de siglo.

Carlos Torres Garcés, Alfredo Encalada, Sixto Vizuete, Carlos Calderón, Homero Mistral Valencia, Paúl Vélez, entre otros. Lo que sucede es que a los nuestros los miramos y  juzgamos con una óptica diferente, más exigente y sin margen para el error.

No pierdo la esperanza de que algún día, ojalá no sea muy lejano, los ecuatorianos valoremos en justa medida a nuestros créditos.

En el actual torneo, como nunca antes, hay entrenadores de renombre, cuyo  trabajo está reportando frutos.
Es la cosecha que brinda la inversión, el conocimiento,  la experiencia y también la paciencia, ya que los títulos y los éxitos no se consiguen de la noche a la mañana, sino que son consecuencia de los procesos, los cuales ahora  empiezan a  concretarse y a proporcionar satisfacciones.

Estrategas de la talla de Edgardo Bauza (argentino), hombre serio, trabajador y comprometido con su labor, sin duda el DT más exitoso a nivel de clubes en nuestro país, es parte de nuestro balompié actualmente.

Mario Saralegui   (uruguayo), desde su posición de humildad y perfil bajo, con muy poco (en cuanto a lo que se puede echar mano) ha ido construyendo un equipo que cada vez rinde mejor y que pelea un lugar en lo más alto de la tabla. Luis Soler (argentino), en su paso por el Cuenca, ha ratificado su compromiso de respaldar a jugadores jóvenes.

Carlos Ischia (argentino), con un pasado exitoso por el fútbol de su país, en el Deportivo Quito está cumpliendo una notable campaña. Luis Zubeldía (argentino), pese a  su juventud, demuestra que es un ganador por excelencia en Barcelona. Tiene temperamento y no le tiembla la mano ni se fija en la cédula de identidad a la hora de incluir en el terreno a quien se lo merece.

Alguien puede dudar de la capacidad y conocimientos del actual DT de Emelec,  Juan Ramón Carrasco  (argentino), también ganador, dueño de un  paladar negro para desarrollar el fútbol espectáculo con los equipos que dirige.

En el fútbol solo uno llega a ser campeón, solo uno se llevará el reconocimiento y el aplauso del aficionado; pero es obligación de la dirigencia, al igual que de la prensa, realizar un análisis  exhaustivo sobre la labor desplegada por cada técnico; es probable que los resultados no se  den  de inmediato, pero seguramente no pasará  mucho tiempo para recoger los frutos de lo que hoy me parece la época más importante en cuanto a la presencia de entrenadores de primer nivel en el balompié ecuatoriano.

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