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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

La lividez del poder

12 de noviembre de 2015

En la concepción gráfica de Maquiavelo, el poder se nos presenta como un centauro, es decir, como una criatura con cabeza, brazos y torso de hombre, cuerpo y patas de caballo; si el centauro muriese, su sistema circulatorio dejaría de funcionar, acumulándose el tejido sanguíneo, por efecto de la gravedad, en las zonas declives de su cuerpo; este fenómeno daría lugar a la lividez cadavérica, a manchas susceptibles de ser disimuladas mediante el maquillaje; lo que jamás se podría disimular es la descomposición del centauro, o sea, la decadencia del poder.

Roma, bajo el imperio, llegó a convertirse en dueña y señora de los mares, su expansión territorial tocó fronteras impensadas, un dominio de 2 millones 750 mil kilómetros cuadrados nos habla de un poder hegemónico.

Sin embargo, el lastre de una balanza comercial deficitaria, el aumento de una burocracia incosteable, la recaudación abusiva de impuestos, la evasión fiscal, un alza indetenible en el costo de la vida, la concentración de la propiedad en pocas manos, el fomento de una oligarquía gubernamental, entre otras causales, desencadenarán una gran crisis económica, fiscal y política.

Tras la muerte del emperador Teodosio, el territorio del imperio se dividió. Sus hijos se repartirán la heredad. Roma será la capital del imperio de Occidente en la que regirá Honorio; y Constantinopla lo será del imperio de Oriente bajo el mando de Arcadio.

Ese fue el momento en que se profundiza y generaliza el caos, la anarquía militar por insatisfacciones económicas deja desguarnecidas las fronteras, se asiste a la pérdida del monopolio de la violencia organizada, facilitando la irrupción de las tribus bárbaras a las que el hambre y la corrupción allanaron el camino de las alianzas contra todo lo que aún quedaba de pie, en Occidente.

Ese fenómeno, conocido como la ‘barbarización del imperio’, procura ser explicado a partir de un cambio de destino de las tribus bárbaras, obstaculizadas en su ruta hacia el Oriente por la muralla china, circunstancia que les hace mirar una vez más hacia Occidente; pero, aun cuando el imperio hubiere estado protegido por un valladar superior a la muralla china, igual Roma habría caído, pues la lividez de su poder revelaba que carecía de una frontera moral.

Para Bertrand Russell, el poder conjuntamente con la gloria resulta ser la aspiración más alta y la mayor recompensa de la humanidad; pero como vemos, alcanzarlos no es suficiente. Factores como el deterioro de la autenticidad y el carácter ilusorio de los compromisos nos dice que ambos se pierden.

A pesar de los siglos, problemas como el hambre, el desempleo y la corrupción siguen siendo estudiados como causas de tensiones del poder. Una noticia escalofriante habla de mil millones de personas asoladas por el hambre, mientras el cambio climático provocado por la actividad industrial apoyada en los combustibles fósiles amenaza con un cataclismo de la temperatura y la química planetaria, poniendo en peligro nuestra existencia. (O)

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