En el año 2014 se implementó en Ecuador el Examen de Habilitación para el Ejercicio Profesional, como mandato de la Ley Orgánica de Educación Superior. Dicha Ley, aunque cuestionada, tuvo el gran acierto de obligar a un examen que permita establecer un mínimo nivel de conocimiento que ofrezca a la sociedad la tranquilidad de que el nuevo profesional es competente y no nocivo. En el caso de la profesión médica, este razonamiento es trascendental pues es la salud y la vida de las personas la que está de por medio.
En 1915 se estableció en Filadelfia la Junta Nacional de Examinadores Médicos – NBME por sus siglas en inglés-. Esta institución es la que, desde entonces, se ha encargado de elaborar, con la colaboración de centenares de profesores universitarios, los exámenes que se usan para el licenciamiento o habilitación profesional en los Estados Unidos de América. El ejemplo estadounidense fue acogido por muchos países del mundo y, el hecho de graduarse de médico en una universidad, ya no es suficiente para ejercer la medicina y tratar a pacientes sin supervisión. Apropiadamente, muchos países adoptaron el concepto del licenciamiento profesional a base de exigir la aprobación de uno o varios exámenes. Son los países más desarrollados los que han asumido esta gran responsabilidad frente a sus sociedades: Alemania, Australia, Canadá, Chile, Corea del Sur, Croacia, Francia, Finlandia, Irlanda, Israel, Japón, Nueva Zelandia, Polonia, Reino Unido, Suecia, Suiza, por nombrar a algunos. Es extraordinariamente importante y gratificante que nuestro país haya asumido esta notable responsabilidad frente a la sociedad, adelantándose a la mayoría de naciones de Latinoamérica.
Los resultados del Examen de Habilitación para el Ejercicio Profesional no han sido buenos y ello ha motivado agrias y agresivas protestas de los examinados que no lograron aprobarlo y también cuestionamientos de algunas escuelas de medicina. Las protestas han llegado al extremo de plantear demandas en contra de la institución que constitucionalmente es la encargada del examen, el CACES. Lo insólito es que, algunos jueces ordenaron la habilitación de profesionales a pesar de que ni remotamente alcanzaban la nota de aprobación y, lo que es aún más increíble, señalaron cuál debería ser dicha nota. Es decir, algunos jueces, careciendo de todo conocimiento técnico sobre la materia, se atrevieron a emitir fallos de esta naturaleza.
El Examen de Habilitación para el Ejercicio Profesional en carreras de la salud es un avance fundamental hacia el desarrollo y hay que cuidarlo y fortalecerlo. Es lamentable que los resultados no sean buenos, pero ello responde a la penosa realidad de que la educación médica en Ecuador no ha dejado de estar en crisis, con enormes desigualdades de rendimiento entre las 23 escuelas de medicina del país. Se impone una introspección de todos los actores y la voluntad de mejorar a base de entendimientos y colaboración entre las universidades y los organismos reguladores de la Educación Superior. ¡Manos a la obra!