La economía ecuatoriana, desde el origen de la República, tradicionalmente ha dependido del mercado externo de pocos productos agrícolas del trópico.
El reconocimiento oficial de la profesionalización de esta actividad básica para el desarrollo del país se inició en la década de los años treinta mediante el establecimiento en la Universidad Central de Ecuador de las escuelas de Ingeniería Agronómica y de Medicina Veterinaria. Al cabo de veinte años más tarde en el cincuenta. La Universidad de Guayaquil establece la Facultad de Agronomía y Veterinaria.
El título profesional que otorgan las universidades con respecto a la agronomía es de ingeniero, particular que siempre me ha parecido un guiño para orientar a los profesionales de los países subdesarrollados en el aprovechamiento de la tecnificación alcanzada por los países desarrollados. Este aprovechamiento tiene como beneficios el ahorro del tiempo de investigación y de los medios financieros necesarios para obtener estos conocimientos.
Sin embargo, su utilización también ha significado dependencia y no pocas veces impactos negativos en el medio ambiente natural y en las condiciones socioeconómicas en donde se establecieron plantaciones de agricultura especulativa, ocasionando la desarticulación de la agricultura tradicional y pérdida de oportunidades para la mano de obra campesina con el detrimento de áreas de productos para la seguridad alimentaria.
Las plantaciones agrícolas especulativas en los trópicos ha traído dependencia técnica en los países del Tercer Mundo (el mayor número de países subdesarrollados se localiza en los trópicos) y altos costos financieros para la modernización tecnológica.
Como hemos advertido en un artículo anterior, los trópicos, no obstante al reconocimiento de su importancia como proveedor indispensable para la vida del planeta, la investigación científica en general es limitada y esta apreciación no es diferente a la escasa difusión de la información obtenida sobre los trópicos
En la década de los años cuarenta la guerra mundial (evento nefasto) significó para los países occidentales en conflicto el aislamiento y pérdidas de las colonias asiáticas localizadas en los trópicos, por lo cual pasaron a impulsar la investigación científica y la producción agrícola en otras áreas de la faja tropical del planeta, favoreciendo la zona donde geográficamente se ubica nuestro país.
En Ecuador, a partir de los últimos años de la década de los cincuenta del siglo pasado, la investigación y la capacitación agrícola fueron apoyadas por los gobiernos de turno y organismos internacionales para el desarrollo.
Es evidente el progreso tecnológico logrado por las plantaciones de empresas transnacionales especulativas del comercio de bienes primarios de exportación, aprovechando los beneficios de la tecnificación, sin beneficiar al campesino. Lo cual exige que la nueva matriz productiva beneficie la organización y capacitación del sector del pequeño productor para que participe de los beneficios de la modernización. (O)