No deja de sorprender que hasta el día de hoy se utilice ese lugar común de que el Ecuador fue una “Isla de Paz”. Una invención desarrollada hace algunas décadas atrás que quería reflejar los sueños y pesadillas de unas élites oligárquicas y de ciertos sectores de la clase media que buscaban cómo alejarse de los temores que provocaba la pobreza. Por cierto, pobreza de la que esa vieja oligarquía era una de sus responsables.
Recordemos que ese sueño de la “Isla de Paz” se fue desarrollando bajo las insignias de la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada por la Alianza para el Progreso que, para el caso del Cono Sur, bien sabemos cómo se la implementó y cuáles fueron sus resultados siniestros. Así durante décadas persistía el miedo a la pobreza, no de los pobres sino de que los ricos pudiesen perder sus privilegios indebidos. Entonces inventarse un ideal como el de que nuestro país era pacífico, aunque la mayoría se muriera de hambre, no importaba. Toda forma de resistencia o rechazo a las élites era condenada. Es que la pobreza, los pobres, con rostros e identidad propia asustaban, generaban temor a esas élites. El cuento de la “Isla de Paz” permitía mantener las distancias sociales, de clase, de castas, de estamentos, pero sobre todo ocultar las distancias que las identidades étnicas vivían. Es que la pobreza tenía sus imágenes propias: afros, montubios, indígenas, etc. Todos ellos daban cuenta de manera innegable que el viejo sueño de la igualdad liberal no se había cumplido, peor aún la separación total del conservadurismo. Por todo esto es inaceptable que todavía se reclame el volver al viejo país de la “Isla de Paz”: aislado, represivo, silenciado. Valdría recordarles a aquellos que fue en ese país “pacífico”, pacificado, donde la exclusión, la humillación, el agravio fue considerado normal. Basta preguntar a los pueblos y nacionalidades cuándo vivieron ese mito del Ecuador pacífico. Aquellos que proclaman que antes de 2006 las cosas estaban tranquilas, que no había violencia, habría que preguntarles dónde estaban cuando se dieron las represiones brutales, los muertos y desaparecidos del gobierno socialcristiano de 1984, dónde estaban cuando la banca oligopólica lanzó al país a un feriado bancario. Son algunos ex funcionarios de esos gobiernos que declaran que hemos perdido esa “isla” y su tolerancia. Tolerancia que nunca existió con los marginados y los sectores populares. Y por supuesto soñaban un Ecuador poco integrado interna como externamente. Les era muy útil fomentar el aislacionismo, como mecanismo de preservar por más tiempo sus privilegios.
La violencia en el Ecuador es histórica; nacimos producto de violencias estructurales, no generadas por las mayorías, sino por un modelo que privilegia el capital en contra del ser humano.