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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

¡La intubación no mata!

09 de mayo de 2021

La pandemia de covid 19 ha puesto en el análisis y la discusión, de la gente no experta en temas de salud, el tema de la intubación endotraqueal.  He oído posiciones tajantes respecto de que la intubación fue determinante en la muerte de pacientes aquejados de covid 19 y que el paciente no hubiera sucumbido si acaso no le hubieran intubado y sometido a ventilación mecánica.  ¡Grave error conceptual!

La intubación endotraqueal es colocar un tubo de plástico, a través de la boca, en la tráquea, que es el conducto que transporta el aire atmosférico a los pulmones.  El ingreso de aire a las unidades de intercambio gaseoso en los pulmones, llamadas alvéolos, es lo que se denomina ventilación.  En condiciones normales, la ventilación es un proceso inconsciente y lo hacemos unas 12 a 18 veces por minuto sin siquiera reflexionar en ello.  El ventilar implica que eliminemos por los pulmones, durante la espiración, el anhídrido carbónico, producido como desecho de la respiración celular.  Así mismo, implica que incorporemos a la sangre, a través de la inspiración pulmonar, el oxígeno que permitirá el funcionamiento de todas las células del cuerpo.

Sin ventilación no hay respiración y sin respiración no hay vida.  En muchísimas circunstancias de la medicina es imprescindible “ventilar” a un paciente por medio de una asistencia mecánica.  Normalmente, la ventilación es un proceso que se produce por la generación de una presión negativa desde el interior del tórax, digamos, el tórax succiona el aire atmosférico y el aire se expulsa por un recogimiento elástico de los pulmones y la relajación del músculo diafragma. 

En una cirugía, por ejemplo, el paciente anestesiado, por razón de la pérdida de la autonomía  ventilatoria por la anestesia y por la imposibilidad de mover sus músculos, por la relajación muscular inducida farmacológicamente, no puede ventilar por si mismo.  En este caso, con pulmones sanos, es imprescindible ventilar mecánicamente al paciente por medio de un “ventilador mecánico” que es parte de la máquina de anestesia.  De no hacerlo, el paciente moriría.

En otras múltiples circunstancias clínicas, los pulmones están dañados en tal magnitud que ventilar se torna difícil.  El paciente siente que se ahoga,  descienden los niveles de oxígeno en la sangre y aumentan, también en la sangre, los niveles de anhídrido carbónico y la sangre se vuelve ácida.  Si la situación no se corrige, el paciente fallece.

Esto es lo que ocurre en los pacientes graves, víctimas de covid 19.  Existen criterios específicos que establecen en forma científica, taxativa e incontrovertible acerca de la necesidad de intubar y de iniciar ventilación mecánica.  Estos parámetros tienen que ver con la frecuencia ventilatoria, el nivel de oxígeno y de anhídrido carbónico en la sangre y el nivel de acidez de la sangre.

Es obvio que fallezcan muchos más pacientes que fueron intubados y sometidos a ventilación mecánica que aquellos que no fueron intubados.  Los más graves, los más enfermos tuvieron que ser intubados; los menos graves, los que no cumplían los requisitos de intubación tenían muchas mayores posibilidades de sobrevivir.

Es absurdo, entonces, atribuir la muerte de un paciente víctima de covid 19 al hecho de que se le haya intubado y ventilado mecánicamente.  También es equivocado elogiar al médico que, por no haber intubado, salvó la vida del paciente.  Si el paciente sobrevivió sin intubación y ventilación mecánica es porque no la necesitaba.  La intubación no mata. Es la severidad de la enfermedad la que mata. (O)

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