La mayoría de los medios de comunicación colectivos del planeta, al servicio de los centros mundiales de dominación, dedica gran parte de su tiempo en los noticieros a la crónica roja, para crear inseguridad delincuencial (asaltos, robos y crímenes muy violentos) como un instrumento que tiene múltiples propósitos nefastos, aunque el principal es autorreprimir la libertad. Las pocas acciones delincuenciales de las personas menos educadas y pobres, en las radios y pantallas de televisión, aparecen multiplicadas por millones de veces, como si fuera el problema principal de los países, y no se menciona la inseguridad producida por los ladrones de cuello blanco (especulación financiera y bancaria, subida de precios de los productos, ganancias por diferir el pago de las deudas en las tarjetas de créditos y los subsidios a los más ricos).
Francisco Rojas Aravena y Andrea Álvarez Marín realizan un estado del arte sobre la seguridad humana a nivel mundial y latinoamericano, revisando hasta diciembre de 2010, entre artículos y libros académicos, 111 documentos de las Naciones Unidas donde predominan las discusiones conceptuales.
“El otro asunto que se destaca es el de la protección de las personas frente a la violencia, de particular interés en los países latinoamericanos. Esto se suma a una especial preocupación por las amenazas terroristas y cómo abordar este tópico desde una perspectiva de seguridad humana.
Los cinco temas más tratados después de las discusiones conceptuales (29%), son la violencia y el terrorismo (16%), el desarrollo humano (12%), la salud (10%) y el cambio climático y el medio ambiente (7%). Varios artículos se refieren a más de un tema, cada referencia fue consultada para obtener los resultados finales: “En Latinoamérica hay gran preocupación por la delincuencia, principalmente por la tasa de mortalidad por homicidios, la presencia de ‘maras’ o pandillas, y el costo económico que representa la violencia para el Estado”.
La política del endurecimiento de sanciones e incrementar los guardias privados y públicos, sirve principalmente para desarrollar sentimientos de inseguridad, instalando preocupación, miedo, terror y peligro en cada persona, creando guetos y controles en las poblaciones.
La alternativa es la educación y el trabajo digno para todos y, como señala Gabriel Kessler, “promoviendo la construcción de una sociedad cada vez más igualitaria y democrática”.