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El Telégrafo
Karen Garzón-Sherdek

La importancia de una ciudadanía activa

17 de septiembre de 2021

Desde 2008, se conmemora cada 15 de septiembre el Día Internacional de la Democracia, con el propósito de resaltar la importancia de que la ciudadanía pueda decidir de manera libre su sistema político, económico, social y cultural. Esta es una fecha que nos invita a recordar la importancia de la democracia, pero también empoderarnos como ciudadanía y comprometernos a reforzarla. Sartori (1993) nos recuerda que la democracia es “el mecanismo que genera una poliarquía abierta cuya competición en el mercado electoral atribuye poder al pueblo y, específicamente, impone la reciprocidad de los representantes con respecto a sus electores”. Asimismo, de acuerdo al Democracy Index 2020 de The Economist, el 49,4% de la población mundial vive en algún tipo de democracia y se evidencia que existen 23 democracias plenas, 52 democracias imperfectas, 35 regímenes híbridos y 57 regímenes autoritarios.

Así, aunque la democracia es la mejor forma de gobierno que conocemos porque permite elecciones libres y justas, hemos visto en los últimos años un síndrome de fatiga democrática en muchos países de la región, el cual se explica por múltiples aspectos entre ellos casos de corrupción, entre otros, que dejan como resultado que los partidos políticos se encuentren entre las instituciones menos confiables, a pesar de ser actores clave para la democracia. Lo cierto es que hemos evidenciado cómo ganar las elecciones es más importante que cumplir el plan de gobierno y cómo se ha reducido la democracia representativa a simplemente votar. Por supuesto, se requiere que las autoridades electas respondan y actúen de acuerdo a las necesidades de la ciudadanía, pero también es importante que creamos y defendamos la democracia, para esto es vital que tengamos una ciudadanía activa.

Aquí es imperativo que seamos críticas/os. Sí, porque es impensable que todas y todos pensemos igual, recordemos que en la diversidad de opiniones se enriquece el debate, pero para ello debemos participar como actores en la toma de decisiones. Debemos cuestionar a las y los líderes cuando consideramos que algo no está bien, cuando requerimos que entren al debate temáticas que nos interesan como personas. La democracia y su sostenibilidad requiere y exige un compromiso más allá de nuestra participación en las urnas, requiere también seamos incluyentes y consideremos a los diferentes actores. 

En este sentido les invito a reflexionar: ¿cuál debe ser nuestro compromiso como ciudadanía con la democracia? ¿qué podemos hacer desde nuestro espacio individual y colectivo para contribuir al fortalecimiento de la misma? ¿cómo podemos dejar de ser meros espectadores a ser actores activos?

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