La República de Perú ha enfrentado una fuerte crisis e inestabilidad política en los últimos años que ha dejado a su haber cuatro presidentes en cinco años. El país andino cuenta con un régimen presidencialista donde el poder está en manos del presidente elegido en las urnas, pero en la práctica el congreso tiene también mucho poder, incluso para destituir al primer mandatario. En el Art. 113 de la Constitución (1993) existe la figura por incapacidad moral del presidente, lo que ha generado que desde el legislativo se pueda votar para destituirlo si se cuenta con dos tercios de votos del Congreso. Cabe mencionar que esta figura ha dejado cinco procedimientos de vacancias, resultado en la renuncia de un mandatario y la salida de dos. Así, la inestabilidad política ha sido la constante en la democracia peruana.
Para Diamond & Morlino (2004) definir a una democracia como "buena" o "mejor" implica saber qué es la democracia y para ello se requieren algunos elementos como: 1) sufragio universal; 2) elecciones periódicas, libres, competitivas y justas; 3) más de un partido político serio; y 4) fuentes alternativas de información. Perú cuenta con todos estos cuatro elementos, por lo que podemos afirmar que es un Estado democrático; no obstante, aquí el autor hace referencia a otro elemento, a su calidad, la cual brinda a la ciudadanía: libertad, igualdad política y control sobre las políticas públicas y los formuladores de políticas a través del funcionamiento legítimo y legal de instituciones estables. Aquí podemos evidenciar que con las fluctuaciones políticas que ha experimentado Perú en los últimos años hay algunas variaciones en cuanto a estos indicadores.
Por primera vez desde 2010, los puntajes regionales de la democracia cayeron debido a la pandemia de la Covid-19 y sus importantes consecuencias económicas, sociales y sanitarias. De acuerdo al Democracy Index de The Economist 2020, Perú se ubica en el puesto 57 de 167 países a nivel mundial y en el puesto 11 de 24 en la región, alcanzando 6,53 puntos sobre 10. Aunque Perú se encuentre en la media regional, los hechos políticos acontecidos en los últimos años han afectado de manera directa al país.
En consonancia, Dahl (1971) establece que las poliarquías comprenden dos dimensiones básicas: la participación efectiva y la competencia política, por lo que la calidad de la democracia dependerá del funcionamiento de cada una de estas dimensiones. En este sentido, desde 1973, Freedom House ha evaluado el estado de los derechos políticos y las libertades civiles, considerando la libertad en el mundo en cuanto a procesos electorales, pluralismo político, funcionamiento del gobierno, libertad de expresión, Estado de derecho, derechos individuales y autonomía de la persona. Esta metodología considera a los países cuyas calificaciones promedio entre derechos políticos y libertades civiles son entre 1.0 y 2.5 como libres, entre 3.0 y 5.5 como parcialmente libre y entre 5.5 y 7.0 como no libres. Así, los datos de Perú son fluctuantes desde 1972 (7.0) que con el pasar de los años se va reduciendo (en 1981 se registra 2.00) pero vuelve a subir en los años 90s (3.0 – 5.0), para volver a reducirse entre 1.0 y 2.0 en los años siguientes. En los últimos 10 años este índice ha tenido un promedio de 2.00, por lo que se lo considera como un país con libertad.
Por su parte, la democracia representativa es entendida como el poder cedido por el pueblo (mandante) a los representantes elegidos a través del voto, a fin de que tomen decisiones referentes a asuntos públicos (Rodríguez 2010) y, desde la dimensión de la cultura cívica se puede mencionar que existe un sistema de valores, actitudes y creencias que involucran al electorado a participar de forma activa y corresponsable para el bienestar colectivo (Inglehart, 2003; Almond y Verba, 1963). En este sentido, se tomará en cuenta el índice de World Values Survey que es un proyecto de investigación social con alcance mundial el cual examina los valores y opiniones de las personas, cómo estos cambian con el tiempo, y su impacto social y político. Al respecto, en el periodo 2017-2020 se evidencia que el 14,4% de la población considera que el país es nada democrático, mientras que el 5,9% cree que es totalmente democrático. Asimismo, para 2010-2014 el 8,4% creía que era un país nada democrático y el 9,9% totalmente democrático. Así podemos evidenciar que en estos últimos años la población tiene una percepción de que el país es menos democrático, lo que podría estar influenciado también por lo mencionado al inicio de este artículo.
Con los datos expuestos se puede colegir que a pesar de que Perú es una democracia, existen factores internos que generan que la población no esté del todo contenta con la misma lo que se debe sustancialmente a la inestabilidad política que ha tenido que hacer frente en los últimos años, evidenciando así que por más que un país cuente con un sistema democrático es imperativo analizar la calidad de su democracia. De esta forma y considerando que el país andino cuenta con un nuevo primer mandatario, se considera sustancial que se busque estabilidad política que mejore estos indicadores.