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El Telégrafo
Daniel Soto

La historia se repite

21 de agosto de 2023

Vivimos una jornada electoral sin mayores inconvenientes. Pese al miedo de encontrarnos con una balacera en las elecciones, la mayoría de votantes ejercimos nuestro derecho. Sin embargo, esta jornada deja algunas cosas que preocupan.

Los votos se los llevan los partidos políticos, no los candidatos

Un candidato es solamente la cara que se muestra, pues detrás de él se encuentran todos los actores políticos que tienen interés en llegar al poder.

Los costos de campaña no son bajos, así que los candidatos deben buscar fuentes de financiamiento para tener alguna oportunidad de acrecentar el número de votantes. Los fondos que provee el CNE, no son para nada suficientes. Toda la inversión en propaganda es pagada por el partido, que a su vez recibe el dinero de los grupos que tienen algún interés en que una u otra persona sea nombrada Presidente, para que desde ahí que se nombren ministros y gerentes.

Cuando le damos el voto a un candidato, en realidad, se lo estamos dando a su partido político. Lo malo es que no es obligatorio para los partidos políticos declarar quiénes son sus aportantes. Esa falta de transparencia es la principal causa de que muchos votantes se crean cualquier discurso. En más de una ocasión hemos visto al candidato decir lo que tiene que decir para convencer a las personas, pero pocos saben a quien se debe realmente. Creo que para ejemplo, basta con recordar a Lasso, sus ofertas, sus pactos, sus traiciones y su nefasto fracaso. Al país no le cumplió una sola de sus promesas.

Tendremos segunda vuelta entre los candidatos González y Noboa. De Noboa podemos esperar lo normal, contratos con nombre y apellido para los simpatizantes que más aportaron y algunas preferencias para los que no aportaron tanto. En el caso de González, además de lo normal, se sobreentiende que perseguirán la impunidad de sus cabecillas e iniciará el Lawfare en contra de todo quien se haya cruzado en su camino.

A pesar de lo dicho, la segunda vuelta tendrá como pronóstico un voto anticorreísta, más que una afinidad con Noboa, lo cual nos dejará con un panorama que ya conocemos bien.

Un panorama ya conocido

Todo indica que hemos mejorado como país para elegir el contra peso, pero todavía nos falta. Por un lado los votantes decidieron que los dos presidenciables que pasan a segunda vuelta sean más de izquierda y un tanto 'progres', con lo cual, el sistema de contrapesos debía ser ligeramente opuesto y variado.

Para mi sorpresa, al revisar los resultados de los asambleístas nacionales, casi el 40% escogió a la Revolución Ciudadana, que de hecho es casi un 7% más que los que votaron solamente por su candidato presidencial. Si la tendencia se repite en los asambleístas provinciales, bien podemos esperar una asamblea repleta de problemas. La mayoría de un partido que pretendía la presidencia, permite hacer presión suficiente para evitar la gobernabilidad, y a su vez le da la oportunidad de aflojar la presión si es que se reparte uno que otro ministerio, algo a lo que los partidos llaman “acuerdos”. Esto sin mencionar que suelen elegir a unos representantes bastante cuestionables, que van desde integrantes de bandas delictivas como Latin Kings hasta personas que a duras penas leen lo que se les pone en frente.

Recordemos que la torpe gobernanza en el período de Lasso tuvo mucho que ver con la oposición, que ejerció poder suficiente para evitar la ejecución de obras del gobierno. De hecho, muchos ministerios prefirieron no celebrar contratos, no ejecutar obras y hasta no pagar lo que debían para evitar ser señalados por los asambleístas. Una especie de extorsión.

En todo caso, esta imposibilidad de gobernanza es preferible ante la opción de darle todo el poder a un solo partido político. El sistema de pesos y contrapesos tiene una lógica y la falta de debate en la creación de leyes y fiscalización, es el escenario perfecto para la corrupción.

 

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