La construcción de grandes obras para la explotación de los recursos naturales, como las represas para el aprovechamiento de los recursos hídricos (RH), se consideraba la garantía para lograr el desarrollo. La represa Hoover, construida en Estados Unidos entre 1931-1936, se constituyó en paradigma para lograr el progreso en los países subdesarrollados.
Con este ejemplo las inversiones se hicieron, las obras se construyeron en los tiempos establecidos, pero el mejoramiento de la calidad de vida no se ha logrado y, más bien, las obras se han ido deteriorando sin alcanzar el objetivo.
Las investigaciones realizadas por los científicos de los organismos internacionales para el desarrollo establecieron como causa principal de estos efectos negativos las limitaciones en la capacitación y administración del manejo y mantenimiento de los proyectos.
A partir de los años 80 del siglo pasado se empiezan a utilizar los conceptos de gobernabilidad, para referirse a los resultados de la aplicación de los procesos y mecanismos de interacción entre los actores gubernamentales y no gubernamentales para la administración del agua y de la gobernanza, concepto para referirse a los sistemas a través de los cuales opera la sociedad. Refiriéndose al amplio método de ‘gobernar’, que incluye pero no se restringe a la perspectiva más limitada de ‘gobierno’.
En 2009 adquiere creciente relevancia la obra más difundida de Elinor Ostrom: El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva.
La visión de la autora sobre los recursos comunes (como el agua) indica que no necesariamente serán sobreexplotados, por el contrario, existen casos en los cuales -a partir de arreglos institucionales y contratos entre los interesados- los recursos comunes se explotan de manera sostenible. El premio Nobel de Economía, que lo obtuvo en 2009, tuvo como argumentó justificativo el que sigue: “Elinor Ostrom ha puesto en cuestión la afirmación convencional de que la gestión de la propiedad común suele ser ineficiente, razón por la cual debería ser gestionada por una autoridad centralizada o ser privatizada. A partir de numerosos estudios de casos de manejo por parte de sus usuarios de bancos de pesca, pastizales, bosques, lagos y aguas subterráneas, Ostrom concluye que los resultados son, en la mayoría de los casos, mejores que en las predicciones de las teorías estándar. Sus investigaciones revelan que los usuarios de estos recursos desarrollan con frecuencia sofisticados mecanismos de toma de decisiones, así como de resolución de conflictos de intereses, con resultados positivos”.
En nuestro país, a partir de la década del 40, nuestros gobiernos de turno han estado conscientes de la importancia del agua, pero generalmente las instituciones creadas para administrarla han terminado por burocratizarse sin reflexionar sobre el Principio Nº 2 de Dublín sobre los RH (1992): “El aprovechamiento y la gestión del agua deben inspirarse en un planteamiento basado en la participación de los usuarios, los planificadores y los responsables de las decisiones a todos los niveles”. (O)