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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

“La gente tiene miedo de perder el río”

31 de octubre de 2023

Son palabras de indígenas que viven a la vera del Río Negro, uno de los principales afluentes del Río Amazonas, en estos días en que están experimentando una brutal sequía y el calentamiento de las aguas, que llegaron a superar los 39 grados centígrados, con lo que muchos peces y mamíferos murieron.

Para comprender la magnitud de lo que sucede en la cuenca Amazónica, hay que ver las imágenes de los enormes ríos convertidos en pequeños riachuelos, lo que deja desamparadas a incontables comunidades que dependen del río para todo, para transportarse, obtener alimentos, para abastecerse de agua y que ahora están incapacitados para continuar con sus vidas. 

Fui testigo de lo que ocurrió en el 2005 donde a la altura de Iquitos, el río Amazonas parecía una pequeña corriente de agua, y cuando se tuvieron que hacer operativos desde el aire para llevar alimentos y medicinas a las comunidades ribereñas que no podían transportarse y que por lo tanto no tenían acceso a los bienes de subsistencia elementales. 

Pero ahora la situación es peor, los técnicos dicen que es la sequía más importante registrada y el temor es que cuando venga la época de lluvias, sean estas tan escasas que la temporada de estiaje se agrave el año próximo y así sucesivamente. 

Ya buena parte de la Amazonía continental está sujeta a procesos de sabanización, determinados sobre todo por la acción humana en la agricultura y la ganadería, que van desbrozando territorios y dejándolos sin la cobertura vegetal indispensable para la regeneración de la propia selva y con las tierras agostadas. 

La gran Amazonía aparece al mismo tiempo como víctima y victimario, y esto es evidente con el acelerado calentamiento que se registra en el planeta y con las causas que nacen de la propia región, lo que convierte a la situación en una especie de círculo vicioso de destrucción y de temores. No podemos olvidar que la Amazonía es uno de los grandes modificadores del clima al constituirse en una especie de “aire acondicionado” del planeta, que cada vez pierde más su fuerza y que contribuye a agravar los condicionantes climáticos en el mundo.

 

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