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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

La fuerza del diálogo

12 de octubre de 2021

Puede sonar repetitivo y hasta cansino pero vale la pena insistir, el diálogo es el mejor camino para dirimir las controversias, para zanjar las discusiones, para encontrar elementos comunes, aún en posiciones completamente contrapuestas.

Por ello vale la pena reflexionar en la necesidad de dialogar, de llevar esta decisión hasta que consigamos ponernos en los zapatos de los otros, hasta que pensemos que el objetivo más alto que puede tener un político es el bien de su comunidad, el de su país.

Las actuales circunstancias que vive el Ecuador, que trata de salir de lo doloroso de la pandemia del coronavirus, pero también de una especie de marasmo económico y social, con características graves, dado el empobrecimiento de la población y también la falta de empleo y otros indicadores tan duros como que tenemos cifras espantosas en temas como la desnutrición infantil, hacen necesario dejar de lado cualquier tipo de beligerancia y pensar en ese bien común del que tanto hablamos.

Dialogar significa no solo hablar, sino fundamentalmente escuchar al otro o a los otros, dejar de lado preconceptos y prejuicios, ir con la mente clara y abierta a posiciones diversas, analizar los problemas desde los diferentes ángulos, de tal manera que arribemos a soluciones.

Tampoco podemos perder de vista cuáles son las alternativas en el caso en que el diálogo no prospere: serán los enfrentamientos, la violencia, desembocar en un callejón sin salida que incremente los niveles de pobreza extrema, el éxodo de nuestros compatriotas que deciden abandonar el país, arrostrar peligros y buscar la vida en otras geografías.

Dejar de lado la posibilidad de dialogar es arrojarnos a un abismo, por lo que, desde esta columna incitamos a que no se pierda jamás el camino del diálogo abierto, del uso de esta herramienta súper poderosa y eficaz.

 

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