Por, Simón Valdivieso Vintimilla
La Fiscalía contradice…
La Fiscalía contradice a la víctima. Parece un cuento sacado de la imaginación del entrañable Gabriel García Márquez pero no es así, no sucedió en Macondo sino en la capital de los ecuatorianos, en la “Carita de Dios” ayer nomás.
Y es que hemos podido escuchar y ver a una representante de la Dra. Diana Salazar, Fiscal General del Estado, en una audiencia de casación, deglutir y a la par decir que haría uso del derecho a la contradicción frente a la víctima que había interpuesto el recurso de casación porque la Fiscalía de por acá, ni apeló, ni casó la sentencia injusta, sabiendo que a quien le correspondía probar el delito y la responsabilidad es al fiscal provinciano, quedando un delito más en la impunidad por la dejadez fiscal como las miles de denuncias que van a parar en los dormitorios fiscales.
Nos llamó la atención verla actuar y escuchar a la representante de la Fiscal General del Estado, a quien le llamaremos en esta parábola “La Sra. Pau”, en menos que cante un gallo, lanzar toda la artillería deslegitimando la pretensión de la víctima de un delito que puso en riesgo la vida de muchas personas, porque a decir de ella no se lee en audiencia –cuando minutos más tarde el juez leyó su decisión- y que estaba mal fundamentado el recurso valiéndose de unas reglas dictadas por la Corte Nacional contenidas en una resolución que fue declarada inconstitucional.
Lo que se le olvidó a la delegada de la Fiscal General del Estado, es el contenido del Art. 195 de la Constitución de la República que dice que la Fiscalía actuará con especial atención al interés público y a los derechos de la víctima, lo que quiere decir en buen romance que la o el fiscal es el defensor nato de la víctima de ahí que la víctima no está obligada a comparecer al proceso ni ha deducir acusación particular, porque para eso está la Fiscalía. Y claro la delegada al parecer solo se fue leyendo la sumilla que le hicieron para conectarse a la audiencia, sin haber leído el proceso, porque también se le olvidó que el fiscal de la causa acusó a los presuntos autores y por lo tanto impulsó la acusación en el juicio, por lo que siendo la Fiscalía un órgano único e indivisible le correspondía defender los derechos de la víctima que habían sido vulnerados en el proceso penal.
Con lo comentado queda evidenciado que el derecho a la verdad y el de la reparación integral son palabras de museo en aquellos casos en los que no se ha mediatizado la justicia, porque hay jueces y fiscales que temen a los medios de comunicación y a las redes sociales, de ahí que hay abogadas y abogados que hacen su agosto de esa debilidad de la justicia ecuatoriana. Pero también nos hemos puesto a pensar que a lo mejor la fiscalía está a merced de los grandes estudios profesionales de Quito o Guayaquil, porque al parecer el pensamiento jurídico o es capitalino o es porteño.
Y señora delegada de la Fiscal General, usted da la ligera impresión que ya no está para esos trotes porque en su accionar no se ve formación en materia de víctimas y tampoco comprende cual es el rol de la Fiscalía en un estado constitucional. Si un fiscal instruyó un proceso y luego acusó, a la Fiscalía General del Estado le corresponde en casación que no es una instancia sino un recurso extraordinario de control de la legalidad de los fallos de instancia, defender a la víctima frente a la incuria de aquel fiscal que se quedó callado, no apeló ni casó la sentencia, y que como dice la abuela de la casa, solo Dios lo sabrá porqué lo hizo, pues la historia se repite cuando una niña víctima de violación en el departamento de un influyente administrador de justicia es burlada en su derecho a la verdad, porque el fiscal de marras luego de pedir audiencia para formular cargos, se arrepiente y hoy ha pedido el archivo. He ahí las perlas cultivadas del quehacer fiscal, que afectan la imagen de fiscales probos por culpa de unas cuantas manzanas podridas como expresión de ignorancia o corrupción y en veces de arrogancia.
En fin y como corolario de lo comentado, la impunidad a flor de piel. La víctima entonces sigue siendo un convidado de piedra en el sistema penal y victimizado por parte de un defensor que se llama FISCALIA. De Ripley: la Fiscal General del Estado y en su nombre la delegada, ataca a la víctima en vez de defenderla y corregir el error del fiscal que afecta la imagen de Doña Diana. Eso no es actuar con objetividad sino con desconocimiento de la Constitución. Amén.